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Cultura

El Inbal recuerda al artista chihuahuense Antonio González Orozco en el 90 aniversario de su natalicio

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El Museo Nacional de la Estampa, de la Red de Museos Inbal, resguarda la pieza Niño con coco, de 1987, serigrafía a color que forma parte del acervo de este recinto.

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La Secretaría de Cultura federal y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), a través de la Coordinación Nacional de Artes Visuales, recuerdan y reconocen la carrera del muralista, escultor, pintor y grabador Antonio González Orozco a 90 años su nacimiento.

Nacido el 10 de mayo de 1933, Antonio González Orozco (1933-2020) fue un artista perteneciente a una de las últimas generaciones de la Escuela Mexicana de Pintura y del movimiento muralista mexicano, vertientes que utilizaron principalmente el espacio público para dar mensajes sociales y de memoria histórica, como parte del patrimonio cultural del pueblo de México, valores que el artista enarboló durante toda su trayectoria.

El primer contacto de González Orozco con la pintura y, en específico, con el muralismo, aconteció cuando su padre lo contactó con el maestro Leandro Carreón, quien acogió al joven González Orozco como aprendiz a principios de 1950. Cumplidos los 20 años, el artista partió hacia la actual Ciudad de México para ingresar a la Academia de San Carlos, donde se formó de 1953 a 1957. En este lugar conoció a Diego Rivera, quien sería su maestro durante su último año de estudios en esta institución.

Tras culminar su formación en la Academia regresó a Chihuahua, donde impartió clases en la universidad estatal. En 1961 volvió a la Ciudad de México para trabajar como restaurador del Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec, actividad que supo llevar de manera paralela a su labor creativa. Para este recinto realizó los cuadros Retrato de Joaquín de la Cantolla y Rico y Fusilamiento de Agustín de Iturbide, los cuales se exhiben en la Sala Siglo XIX.

También elaboró dos murales que se encuentran resguardados en la Sala de los Carruajes Históricos, el primero de ellos es el mural oficial del centenario de la restauración de la República, Entrada triunfal de Benito Juárez a la Ciudad de México (1967) y, el segundo, el mural oficial del centenario del fallecimiento de Benito Juárez, titulado Juárez, símbolo de la República frente a la Intervención Francesa (1972), este último representa una de las soluciones más emblemáticas que se hayan realizado sobre el Benemérito de las Américas, símbolo social e histórico de México como país soberano. Esta obra ha sido reproducida más de 167.5 millones de veces en la portada del libro de historia de quinto grado de educación básica, de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos (Conaliteg).

Además de su obra mural y escultórica, Antonio González Orozco cuenta con un amplio trabajo como pintor y grabador, formatos en los que desarrolló representaciones sobre la vida cotidiana de los mexicanos de la clase popular. Estas obras se enmarcan dentro del realismo poético, al igual que el grueso de su cuerpo pictórico. Su trabajo se ha presentado en México, Canadá, Estados Unidos, Polonia, Rumania y Nueva Zelanda.

El Museo Nacional de la Estampa, de la Red de Museos Inbal, resguarda la pieza Niño con coco, de 1987, serigrafía a color que forma parte del acervo de este recinto.

El Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura lanza a través de sus redes sociales un sentido recordatorio del restaurador y muralista Antonio González Orozco, a 90 años de su natalicio, el 10 de mayo de 1933.