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Los apodos, arraigados en la cultura mexicana y con poder en las relaciones personales

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La práctica de utilizar apodos también se extiende a las parejas, ya que se convierte en una forma de expresar que son únicas, al ser llamadas de manera exclusiva.

Andrea Casco

Los apodos están arraigados a la cultura mexicana, ya que pueden convertirse en la identidad misma de una persona, relegando en ocasiones su nombre real al olvido.

Dar un sobrenombre por cariño es común en hogares, escuelas y otros entornos; muchos pueden durar poco, y otros tantos viven para siempre en la memoria colectiva.

Al recibir un apodo cariñoso, se transmite el mensaje de que esa persona es especial, generando armonía y proximidad en la relación. La práctica de utilizar apodos también se extiende a las parejas, ya que se convierte en una forma de expresar que son únicas, al ser llamadas de manera exclusiva.

Esto, a pesar de que puede parecer una acción simple, permite afianzar la relación y la hace muy especial.

No obstante, muchos de ellos pueden resultar ofensivos, cuando denotan a modo de burla ciertas características negativas de la persona, o con las que no se sienta cómoda.

Al dar un sobrenombre con mala intensión, se rompen los vínculos afectivos, además que se causa un grave daño psicológico.