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Cultura

La Secretaría de Cultura y el Inbal rinden homenaje póstumo a Jaime Blanc, pilar de la danza contemporánea de México

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Familiares, amigos y comunidad artística recordaron al exintegrante del Ballet Nacional de México y fundador del Taller Coreográfico Alternativo.

Sicom Noticias

La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), en coordinación con los familiares del coreógrafo mexicano Jaime Cuauhtémoc Blanc Zamora, rindieron un homenaje póstumo este lunes 19 de febrero de 2024, en el Palacio de Bellas Artes a quien por sus aportes fue una figura clave para el enriquecimiento de la danza contemporánea de México en las últimas décadas, 

Jaime Blanc fue bailarín, docente e investigador, quien dedicó una trayectoria de poco más de cinco décadas a impulsar, desde distintos frentes, el arte del cuerpo en movimiento en México. Formó parte del Ballet Nacional de México, en el cual fue discípulo de Guillermina Bravo La Bruja; tiempo después se convirtió en representante nacional de la técnica dancística desarrollada por la Graham School de Nueva York, misma que se dedicó a impartir desde 1977.  

En el vestíbulo del recinto y frente a una fotografía del artista homenajeado, el programa inició con una intervención escénica a cargo del elenco del Centro de Producción de Danza Contemporánea (Ceprodac), bajo la dirección artística de Cecilia Lugo, y musicalizada con la pieza Adagio del concierto en Re menor, de Johann Sebastian Bach. 

La directora general del Inbal, Lucina Jiménez López, evocó a Jaime Blanc a través de un emotivo mensaje en presencia de Jesús Tussi, pareja del ganador del Premio Nacional de Danza José Limón 2003: “Nos reunimos en el Palacio de Bellas Artes para rendir homenaje a uno de los más grandes exponentes de la danza en nuestro país, el inigualable Jaime Cuauhtémoc Blanc Zamora. En este sitio, donde Jaime se presentó en varias ocasiones, recordamos con profunda gratitud y admiración a un artista cuyo talento y dedicación dejaron una marca indeleble en la danza contemporánea”.

Expresó que Jaime Blanc no fue solo un ejecutante, maestro y coreógrafo sobresaliente: fue un visionario cuyo amor por la danza y dedicación al arte le llevaron a alcanzar alturas insospechadas. Desde sus primeros pasos en los escenarios mexicanos, hasta sus brillantes actuaciones en los más prestigiados teatros del mundo, Jaime cautivó al público por su fuerza, su expresión, su técnica impecable y su profunda conexión con la música y el movimiento.

“Jaime fue mucho más que un alumno y contemporáneo de Guillermina Bravo: fue un heredero de su legado, un portador de su pasión y su compromiso con su excelencia artística. A través de sus actuaciones y sus coreografías, Jaime llevó consigo el espíritu de su maestra, llevando adelante la tradición de la danza mexicana con elegancia y un profundo respeto a su rica historia y su diversidad cultural. 

“Sin embargo –acotó– desde el principio Jaime Blanc mostró su rebeldía y perteneciendo ya al Ballet Nacional de México se unió a un grupo integrado por jóvenes creadores: Lidya y Rosa Romero, Jorge Domínguez y Jesús Romero, también por una corta temporada. Es decir, él sabía construir su propio camino y abrazar aquellas expresiones y experiencias que nutrían su posibilidad de engrandecer la danza mexicana.

“Guillermina Bravo no solo le transmitió a Jaime los conocimientos técnicos y artísticos necesarios para triunfar en el mundo de la danza, sino también los valores y la dedicación, la entrega que caracterizaron su propia carrera. Jaime absorbió esas lecciones con entusiasmo y devoción, convirtiéndose en los pilares de su propio camino artístico y personal”, agregó. 

Para la titular del Inbal, Jaime Blanc se distinguió por su talento y técnica impecables, lo hizo también por su creatividad y su originalidad. Su propia obra coreográfica a menudo representaba una celebración de la danza mexicana en toda su diversidad. En cada una de sus creaciones, más de 70, nos invitó a hacer un viaje emocional y a explorar las profundidades del ser humano a través del lenguaje del cuerpo.

Ante la comunidad artística, mencionó que fue innovador, “no dudó en dar vida en sus creaciones a sus cambiantes intereses vitales, así fue como trabajó con la danza oriental, la cinematografía, el teatro, la poesía y la literatura; amante de la música siempre fue. Se caracterizó por la investigación tanto formal como temática en cada de sus propuestas. 

“Con Jaime Blanc aprendimos a construir una etapa distinta de la danza moderna y contemporánea en México. Que su memoria nos inspire a seguir adelante, con determinación, llevando su legado en nuestro ser y que las generaciones futuras de bailarines y coreógrafos honren sus contribuciones al arte del movimiento encontrando en ellas una fuente de inspiración.

“Desde ahora comprometemos a este Instituto a fortalecer esa memoria y el conocimiento de su trayectoria y también de todas las obras que en su momento construyó en el tiempo”, concluyó la directora general del Inbal.

Posteriormente la pareja de Jaime Blanc, Jesús Ernesto Tussi Arámburo, rememoró el quehacer creativo en los últimos años del fundador del Taller Coreográfico Alternativo, y agradeció a las autoridades de Nuevo León y Querétaro la entrega de sus últimos premios. 

“Jaime era un escritor, era un poeta, era un musicólogo; Jaime tocó la vida de mucho de nosotros, era un maestro, y trascendió la docencia y la investigación”, dijo, para enfatizar en las últimas palabras del homenajeado: “No puedo soltar la danza”.

Jaime Blanc: suspendido en el universo

En tanto, la coordinadora nacional de Danza, Nina Serratos Zavala, dio lectura a un mensaje de la periodista y crítica de danza Rosario Manzanos, en el que hizo alusión al maestro Blanc. “Si hubiese que definir cómo bailaba Jaime Blanc (Oaxaca, 1949-Querétaro, 2024) diría: suspendido en el universo sin relación con el mundo externo y en un trance infinito. Desesperado por asirse al minuto, al segundo de la acción, con notable dominio técnico e interpretativo, sobresalía dentro del Ballet Nacional de México de Guillermina Bravo”.

Asimismo, refirió que “…entró con el pie derecho a la clase para principiantes que Raúl Flores Canelo impartía con ahínco. De ahí subió como la espuma hasta llegar a la compañía principal”.

En su texto Jaime Blanc: suspendido en el universo, añadió: “Empezó a hacer coreografía y empujó cuesta arriba la responsabilidad de estrenar sus obras en el Palacio de Bellas Artes. Ganó becas que lo llevaron a Nueva York, la isla de Bali y la India, para adentrarse en Kathakali”.

Por su parte, la coreógrafa Lidya Romero refirió que conoció a Jaime Cuauhtémoc Blanc hace más de 50 años, “recorriendo salas de concierto, clases, escenarios y salimos ilesos; bueno, casi, contagiados del terrible virus de la creación. Formó parte de la tercera generación de bailarines del Ballet Nacional, entre otros jóvenes universitarios”.

Recordó asimismo el carácter inquieto y apasionado de Jaime Blanc, cuya vida y trabajo creativo se sustentaba en preguntas y algunas respuestas, en cuestionamientos y algunas certezas, en hallazgos y fracasos, en soledades y lágrimas: en el deseo desbordado de zambullirse en las profundidades de la creación.

“Tu legado –agregó– de profundo calado, permanecerá como parte importante de nuestra historia; iluminaste la conciencia y los cuerpos de tus alumnos, ampliaste el horizonte del quehacer coreográfico con tus obras, sin duda, tu postura congruente de hacedor de danzas, comprometido con el pensamiento crítico, más allá de ideologías y modas, es un acicate para las generaciones presentes y futuras”, agregó la directora de la compañía El Cuerpo Mutable / Teatro de Movimiento.

Para la directora del Centro de Producción Danza Contemporánea, Cecilia Lugo, Jaime Blanc dejó su legado como patrimonio para las nuevas generaciones y dirigiéndose a él, expresó: “Cómo olvidar la impecabilidad técnica de tus movimientos, la exactitud precisa de tu peso, sintiendo el cielo y la tierra al mismo tiempo sobre el escenario, en una paradoja perfecta”.

Y en nombre de la comunidad de la danza, despidió a Blanc Zamora –a quien conoció hace 20 años– al enfatizar que “los jóvenes bailarines y estudiantes tienen que saber que la danza de este país se ha nutrido de bailarines como tú y como otros iluminados que han sido parte de este gran barco, cuya travesía final es Ítaca, la casa, el destino final”.

El mexicano Emmanuel Padilla se sumó a este homenaje póstumo con la interpretación de un repertorio de arpa sola con obras de Franz Schubert, Erik Satie y Frederic Chopin, entre otros, mismo que acompañó el montaje de las diferentes guardias de honor que solemnemente llevaron a cabo las autoridades, familiares –entre ellos su prima Leticia Hernández Zamora y su sobrina-nieta Carmina Espíndola Pérez-Guerrero–, invitados y público.

El emotivo cierre del homenaje póstumo a este pilar de la danza mexicana ocurrió al escucharse un minuto de sonoros aplausos por parte de los asistentes a enaltecer la labor en vida de Blanc dentro del arte coreográfico mexicano.