Advirtió contra las tentaciones de ser una Iglesia rígida, tibia o cansada, y animó a seguir el ejemplo de San Francisco de Asís, que abrazó la humildad y la unidad en tiempos de conflicto.
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Durante la Misa de apertura de la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos este miércoles 4 de octubre, el Papa Francisco hizo hincapié en la importancia de poner a Dios en el centro de la Iglesia y abordar los desafíos actuales con una actitud de unidad y apertura.
También destacó que el Espíritu Santo a menudo supera nuestras expectativas y crea algo nuevo en nuestras vidas.
Asimismo, el Papa Francisco instó a la Iglesia a seguir la mirada de Jesús, que bendice y acoge a todos, incluso en medio de la adversidad, y animó a la Iglesia a contemplar la acción de Dios y discernir el presente en lugar de buscar soluciones ideológicas o atrincherarse en convicciones preconcebidas.
La principal tarea del Sínodo, según dijo, es poner a Dios en el centro y convertirse en una Iglesia misericordiosa y unida que no divide ni se cierra. También enfatizó la importancia de ser una Iglesia acogedora, especialmente hacia los más humildes.
El Papa advirtió contra las tentaciones de ser una Iglesia rígida, tibia o cansada, y animó a seguir el ejemplo de San Francisco de Asís, que abrazó la humildad y la unidad en tiempos de conflicto. Recordó que la Iglesia siempre necesita purificación y renovación en Jesús y el Espíritu Santo.
El Papa Francisco concluyó destacando que el Sínodo no es una reunión política, sino un lugar de gracia y comunión en el Espíritu Santo. Motivó a la oración como un elemento fundamental en el proceso sinodal y a permitir que el Espíritu Santo sea el protagonista en este camino con confianza y alegría.
