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Deporte A Fondo | Una serie de eventos desafortunados

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La columna de Antonio Abascal

En lo numérico el empate ante el Atlas sirve de muy poco para los intereses inmediatos del Puebla de la Franja en el Clausura 2024, el equipo sigue aceptando goles y ya suma veinticinco que lo mantienen como la peor defensa del campeonato con un promedio de 2.5 goles por encuentro y que, otra vez, lo pusieron a remolque en un juego que comenzó ganando y que rescató con una buena jugada que inició Daniel Álvarez al cuidar la posesión del balón hasta encontrar a Brayan Angulo quien cedió a Kevin Velasco que por su parte mandó un gran centro a la llegada en tromba de Miguel Sansores para igualar el resultado justo cuando los cambios parecían haber frenado el intento de reacción camotero. Ciertamente veinticinco goles en contra son muchos, de hecho, la Franja lleva un ritmo para tener una de sus peores actuaciones defensivas en torneos cortos, pero no sólo son responsabilidad de un villano, sino que responde a una suma de factores que conviene analizar tratando de alejarse de las emociones con las que muchas veces se habla desde los medios de comunicación. 

Fernando Aristeguieta volvió a tocar el once inicial, pero sus decisiones tuvieron más lógica que la semana pasada en San Luis, apostó por colocar a Brayan Angulo en el lateral izquierdo que es en la zona donde el colombiano pesa más, mandó a la banca a Gastón Silva quien así no inició un partido por primera vez desde la Fecha nueve del Apertura 2022 (su primer torneo en México), en un empate a dos ante los Rayos del Necaxa. El viernes pasado su lugar fue ocupado por Efraín Orona quien cumplió a secas; en el mediocampo aparecieron Diego de Buen y Pablo González para trabajar en la recuperación con Daniel Álvarez abierto por izquierda y Kevin Velasco por derecha, para intentar con Horacio Gabriel Carabajal como media punta, dejando en la delantera a Lucas Cavallini.

Tras un inicio complejo, con mucho nerviosismo con el Atlas como dueño del balón, una jugada fortuita derivó en un tiro de esquina a favor del equipo local luego de que Kevin Velasco se resbaló cuando intentaba su primer desborde de la noche, el balón rebotó en el defensa rojinegro y en el cobro, el Puebla sorprendió al ejecutar en corto y encontrar afuera del área a Pablo González quien sacó un disparo muy fuerte y colocado que se coló en la base del poste para abrir el marcador, sin merecerlo por el trabajo colectivo pero por la vía del jugador que ha estado más entonado en este campeonato, la Franja encontró su primer gol desde que el propio González Díaz le había marcado al Pachuca en la fecha nueve, que se jugó antes que la ocho, una vez con la ventaja en el marcador el equipo poblano parecía encontrarse mejor en el terreno pero su fragilidad defensiva le jugó una mala pasada.

Atlas encontró el empate en una jugada en táctica fija, en un tiro de esquina, que ejecutó Raymundo Fulgencio, Iván Rodríguez salió, pero antes Sebastián Olmedo peinó evitando que su guardameta pudiera despejar y dejando el balón vivo para que Aldo Rocha lo encontrara, controlara y fusilara con un riflazo a la base del poste que dejó sin opciones a Gustavo Ferrareis. Otro gol en contra, otro gol que dejaba la percepción que el cancerbero poblano pudo hacer más porque daba la impresión que había salido mal. El poco público que se dio cita en el Estadio Cuauhtémoc expresó su molestia abucheando al canterano de la Franja cada vez que sus compañeros le cedían el balón atrás, sin embargo, el equipo de la Franja no acusó el golpe del empate y mantuvo el trabajo en mediocampo por lo que rápidamente volvió a gozar de llegadas en la meta de Camilo Vargas. Fueron minutos en los que el Puebla pareció recobrar la memoria, González siguió robando balones y repartiendo juego, Diego de Buen salió del marasmo y se sumó al armado, Daniel Álvarez desbordó por izquierda, al igual que Kevin Velasco. Hasta Gabriel Carabajal estuvo cerca de su primer gol en México con un remate de cabeza picado al que Camilo Vargas reaccionó con su acostumbrada calidad para negarle el gol al equipo de la Franja, pero cuando parecía que el tanto estaba más cerca de caer en la cabaña rojinegra, la fragilidad local volvió a quedar de manifiesto.

Un nuevo tiro de esquina, ahora por la otra punta, volvió a ser ejecutado por Raymundo Fulgencio y la historia se repitió: Olmedo cabeceó antes que llegara el puño de Rodríguez, el balón llegó a Aldo Rocha quien ahora le pegó de primera intención pero rebotó en Daniel Álvarez (de hecho, el capitán rojinegro pidió penalti) y en un nuevo rebote Luis Reyes controló ante la desesperación de Iván Rodríguez y sacó un disparo que entró pegado al poste para poner adelante la visita y hacer más grande la molestia del público con su guardameta. Pese a que el Puebla se lanzó por el gol del empate ya no hubo mucho tiempo por lo que el abucheo fue generalizado, a pesar de que el equipo de la Franja había ofrecido sus mejores minutos en cerca de un mes.

El arranque del segundo tiempo fue muy bueno para el Puebla ya que tenía la pelota y generaba por ambas bandas incluso con el cambio de lado de Álvarez y Velasco, el Atlas no incomodaba a la ofensiva y Angulo se empezaba a incorporar a la ofensiva, sin embargo, al minuto 58 Aristeguieta movió a la banca con los ingresos de Miguel Sansores en lugar de Carabajal y de Ormeño para sustituir a Cavallini quien hizo un berrinche impropio de un profesional, porque si bien el canadiense se vio mejor, tampoco es que su torneo haya sido productivo por lo que todos los aspavientos que hizo demuestran la falta de liderazgo que existe en el Puebla, ya que esta actitud con otras que vamos a comentar más adelante demuestran que el problema es más profundo que un jugador.

Los cambios no le vinieron bien al equipo local, Atlas se sintió más cómodo, su técnico hizo movimientos y la entrada de Zaldívar permitió que le cerrara mejor los espacios al mediocampo camotero, el Puebla ya no tenía llegada constante, González y De Buen empujaban pero ya no generaban ideas tan claras como en el primer lapso y los primeros instantes del segundo. Atlas volvió a asomarse en el área poblana y así como se tienen que señalar las dudas de Iván Rodríguez se debe contar la película completa porque en ese lapso el cuestionado arquero evitó el gol que aseguraba la victoria para los tapatíos al volar para desviar un balón que tenía etiqueta de golazo y más tarde hizo una salida donde ahora sí no le importó llevarse puesto a su compañero para quedarse con el balón.

Aquí es cuando conviene hacer un alto en el camino y explicar la situación de Iván Rodríguez. Ciertamente no es un guardameta estelar como si es Camilo Vargas en el Atlas, pero tampoco es el culpable de todos los males de la Franja, de hecho, Iván es un damnificado más de las abruptas decisiones que se han venido tomando en el Puebla. Rodríguez Trujillo carga con la pesada losa de ser el arquero que sustituyó a una figura como Antony Silva (quien en su paso por el Puebla tuvo noches gloriosas, pero para ser justos habría que recordar que también cometió errores), fue una apuesta de Eduardo Arce quien aceleró el proceso y no quiso escuchar el consejo de los que le rodeaban para mantener al paraguayo, hasta ahí no hay “culpa” por parte de Rodríguez Trujillo, pero ha cargado con la comparación inmediata, con el agravante de la percepción ya que cada acción es seguida con lupa, mientras que parece que los errores de Silva han quedado enterrados (no lo digo para señalar al buen arquero guaraní, sino para tratar de explicar que no hay arquero perfecto, que todos los que se paran debajo de los tres postes saben lo ingrato de su posición).

Donde sí puede haber una mayor responsabilidad es en lo que llamamos los intangibles de la portería: Liderazgo y don de mando; técnicamente Rodríguez Trujillo cumple en lo general, pero no ha terminado de crecer en el dominio del área que todo arquero debe tener, no sólo en el sentido de salir bien (que este torneo ha realizado varios achiques exitosos), sino en la manera de dirigir a sus compañeros de la defensa, aspecto que Antony Silva manejaba muy bien. Las jugadas de los goles rojinegros deben ser entendidos por la falta de liderazgo de Rodríguez Trujillo, pero por extensión revela un problema más profundo: Iván salió en falso en los dos goles tapatíos porque fue incapaz de dar un grito a Sebastián Olmedo, pero desde antes faltó carácter no sólo a él, sino a todo el equipo: Prácticamente en cada una de las jugadas a balón parado, Atlas colocó a dos hombres en el área chica molestando al arquero, él fue incapaz de señalar la situación a alguno de sus defensores, pero ningún elemento del Puebla fue capaz de ayudar a su guardameta. Es cierto a Iván Rodríguez no maneja la defensa como estaba acostumbrada, es cierto le falta liderazgo, pero la pregunta es quién lo tiene en el Puebla.

Cuando Rodríguez Trujillo voló para salvar al Puebla y evitar el tercero de los visitantes ninguno de sus compañeros fue capaz de acercarse para felicitarlo y para hacerlo evidente con el público. Da la impresión de que todos están muy cómodos de tener a Iván Rodríguez en el papel de villano, que él cargue con los abucheos del mal torneo cuando la realidad es que muy pocos se salvan de la quema y que hay varios que deberían ser señalados cada vez que tienen la pelota como sucede con el oriundo de Tuxtla Gutiérrez. Cavallini fue muy “valiente” para dejar en claro su berrinche al salir de la cancha y patear el banderín de tiro de esquina, pero fue incapaz de salir de la banca para aplaudir a su portero tras una sensacional atajada.

Algunos consideran que un servidor sólo señala al defensor Gastón Silva cuando en este espacio se ha insistido en que en un deporte colectivo pueden existir errores individuales puntuales (que en el caso del uruguayo son constantes), pero ni siquiera esos son la razón del mal torneo. Cuando se reciben veinticinco goles en diez partidos hay una serie de factores que no están funcionando, cuando hay errores constantes, se debe profundizar en las causas: Con dos laterales cuyas aptitudes principales se encuentran en la forma en la que se suman al ataque y no en sus prestaciones defensivas, el mediocampo deber ser muy limpio en el manejo de balón y no lo ha sido, perdiendo muchos balones en la salida, cuando se tiene este tipo de laterales los defensas centrales deben ser muy activos y decididos, Gastón Silva no destaca por su decisión y Olmedo alterna las buenas con las malas debido al amplio espacio que debe cubrir. Ya estamos con un problema colectivo en lugar de individual que la directiva fue incapaz de corregir acudiendo al mercado por un central.

El problema principal del Puebla es su descoordinación, unos quieren hacer la presión alta, otros no la hacen y ahí ya se generaron espacios para el rival, luego se han perdido muchos balones en la salida y para colmo de males no hay un líder en el equipo. Eso que se le recrimina a Iván Rodríguez en general es una virtud ausente en el Puebla, no hay quién grite, quién pese, quién motive y, por ejemplo, aplauda a su portero tras una buena atajada. En el campo los once jugadores del Puebla parecen aceptar su destino, no hablan, no contradicen, no se incomodan, no son capaces de ayudar a su guardameta al que le ponen dos hombres en el área chica. Es cierto, dieron un paso adelante al recuperar la memoria, volver a preocupar a la ofensiva y fueron capaces de buscar el empate, mismo que llegó cuando peor se veían en el campo, pero junto con la descoordinación, las malas decisiones para profundizar las jugadas o para identificar cuando puedo salir con balón controlado y cuando no, este equipo echa de menos a un líder en el vestuario 

Por ello la mejoría fue insuficiente, por ello no sirvió para volver a ganar, por ello se han recibido veinticinco goles, Iván Rodríguez no es un líder, pero en general no hay uno que levante la mano. Al Puebla le quedan siete partidos, pero si sigue con este ritmo podría superar los 41 que aceptó en el Invierno 98 (el torneo de los yugoslavos donde sólo se sumaron nueve puntos), incluso si recurrimos al promedio nos daremos cuenta que esos 41 tantos en diecisiete juegos se traducen en 2.41 por partido.

El actual es mayor con 2.5 por encuentro. En el verano 2002, la Franja recibió 45 tantos, pero fueron más partidos disputados, dieciocho, para un promedio de 2.5, exactamente el mismo del actual certamen.

El problema del Puebla es mucho más profundo que Iván Rodríguez o Gastón Silva, es un tema colectivo de falta de liderazgo, es de errores de dirección técnica, es de conceptos para identificar los momentos de los partidos, es de planeación por no traer a un defensa central de jerarquía, por haber dejado ir jugadores útiles para la defensa. No hay un villano, es la suma de malas decisiones por parte muchos actores y de la incapacidad de la pasada dirección deportiva de al menos cuestionar a sus estrategas en temas como las salidas de Antony Silva, Emanuel Gularte o de reportar más tarde para la pretemporada del actual torneo. Dicho de otra manera, la mala campaña poblana es una “serie de eventos desafortunados” como se titulaba una película hollywoodense de 2004.