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Deporte a Fondo – Travesías por el Desierto

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La columna de Antonio Abascal

Hoy que pululan frases como “los niños se nutren de los triunfos para irle a un equipo” o “somos el hazme reír de la liga” o “es el peor (o mejor –jugador, técnico, directiva según sea el caso- de la historia )” conviene recordar que la mayoría de los conjuntos deportivos ya tienen más de seis décadas y, que por lo tanto, en su historia han alternado buenos y malos momentos, que ninguno se ha mantenido en la cima y que hasta las rachas más longevas se rompen: Los Rojinegros del Atlas tuvieron que soportar setenta años sin campeonato desde la campaña 50-51 hasta que en el Apertura 2021 volvieron a saborear las mieles del triunfo.

Incluso el América vivió trece años de sequía entre su época de mayor dominio, los ochenta en la 88-89, y su primer título en torneos cortos en el Verano 2002.

Sin olvidar que en el Clausura 2008 fue último lugar de la tabla con apenas tres triunfos, Tigres descendió en la 95-96, Monterrey estuvo cerca de hacerlo en 1999 para poner algunos ejemplos.

En el béisbol de las Grandes Ligas hay muchos ejemplos: “La maldición del Bambino” por la cual los Medias Rojas de Boston pasaron ochenta y seis años sin ganar la Serie Mundial hasta que aquella reacción contra los Yankees en la serie de campeonato de la Liga Americana los metió al Clásico de Otoño donde barrieron a los Cardenales de San Luis para acabar con años de frustraciones.

O la “maldición de los Medias Negras” por la cual los Medias Blancas de Chicago pasaron ochenta y ocho años sin campeonato de Serie Mundial hasta que en 2005 barrieron a los Astros de Houston. 

O ni se diga de los Cachorros de Chicago y su “maldición de la cabra” que si bien duró 71 años en que el equipo no llegó a la Serie Mundial hasta 2016 cuando la volvió a ganar significó romper una racha de 108 años.

Las dos franquicias más exitosas de la Conferencia Nacional en la NFL (en la era del Super Bowl), los 49ers de San Francisco y los Vaqueros de Dallas llevan una larga racha de años sin ganar el Vince Lombardi; los gambusinos no se coronan desde la campaña de 1993 cuando el 29 de enero de 1994 disputaron el Super Bowl XXIX en el que se impusieron 49-26 a los Cargadores en aquel entonces de San Diego.

Mientras que los Vaqueros no lo logran desde la campaña de 1994 coronada en el Super Bowl XXX, celebrado el 28 de enero de 1995, cuando derrotaron 27-17 a los Acereros de Pittsburgh para ganar su quinto Super Bowl e igualar a los 49ers como los máximos ganadores en la Nacional.

Desde entonces Dallas ni siquiera se ha asomado a la final de la Conferencia, mientras que San Francisco ha perdido tres y ha llegado a dos súper domingos en los que perdió ante Baltimore y Kansas City cuando en su época gloriosa estaba invicto en el partido grande.

Todo lo anterior conecta con el Puebla de la Franja. Ni el Atlas o el América en el futbol mexicano, o los Medias Rojas, Medias Blancas, Cachorros de Chicago perdieron a sus aficionados, tampoco los 49ers de San Francisco o los Vaqueros de Dallas que por el contrario año con año aumentan su base de aficionados en su país o incluso en el nuestro. En el caso del Puebla es un equipo que está próximo a cumplir ochenta años, que superó una desaparición y una pérdida de estadio para resurgir en la segunda división pero que siempre ha llevado esa franja en el futbol mexicano, y que arrastra una serie de problemáticas que también van ligadas a su historia, otras que se refieren a que en su momento se buscó y se consiguió un éxito fugaz pero no se supo construir un legado como sí ha sucedido con otros equipos; sin embargo, otro de los problemas que arrastra este Puebla que ahora lleva la pesada carga de ser el equipo con mayor tiempo de ayuno de campeonatos de liga con treinta y tres años y contando es la forma en la que hemos contado su historia.

Las nuevas generaciones acusan al Puebla de vivir de su pasado, hace unas semanas platicaba con Guillermo Cosío, parte del campeonísimo de la 89-90, quien reconocía la urgencia de un nuevo campeonato para que la ciudad tuviera otros héroes deportivos, pero el problema radica en que la historia del Puebla se ha enfocado en hablar de la brillante era de los ochenta cuando el equipo era protagonista, calificaba casi siempre a la liguilla (ligó de la 84-85 a la 91-92 con ocho clasificaciones consecutivas), hablamos, con toda razón aunque cayendo en las etiquetas como “el equipo de los viejitos” sin atender a que era una plantilla con mucho talento de los campeones de la 82-83 o nos llenamos la boca hablando del campeonísimo de la 89-90. Incluso hay orgullo en repetir aquello de que el Puebla se dio el lujo de juntar a una gloria del Real Madrid, José Martínez “Pirri” y una del Barcelona, Juan Manuel Asensi quienes jugaron por espacio de casi dos temporadas la  80-81 y la 81-82, se habla de la gira española y no se menciona tanto que hubo otro jugador destacado que venía de esa misma liga, Santiago Idígoras quien sólo jugó en la 81-82 pero venía de ser campeón de su país con la Real Sociedad de San Sebastián. 

El orgullo está presente en la historia fundacional del Puebla, ese equipo conocido como los “millonarios” que ganó una copa en la 44-45 y fue subcampeón de liga con los Iborra, Vaschetto y Rodolfi hablando de los extranjeros, incluso en las razones de portar la Franja para honrar al otro club que admiraba su fundador, don Joaquín Díaz Loredo, que no era otro que el River Plate argentino. Hay orgullo en los relatos que hablan de la segunda Copa México con la dirección técnica de Isidro Lángara superando al poderoso León donde Antonio Carbajal aparecía en la portería en sus mejores años. Es decir nos hemos centrado en las páginas gloriosas de un equipo, que más allá que las nuevas generaciones sólo hayan visto la obtención de la Copa del Clausura 2015, sí ha tenido momentos más que brillantes.

Pero la historia de los equipos está llena de esas etapas gloriosas y otras incluso oscuras. Las mejores etapas del Puebla fueron la fundacional y la ya comentada de los ochenta, pero el Puebla es también el equipo que se quedó sin recursos y pidió permiso para ausentarse un año y que cuando planeaba la forma de regresar un día de diciembre de 1956 amaneció sin estadio porque por la noche su parque de madera se había incendiado. El Puebla es ese equipo que un grupo de jóvenes entusiastas revivieron ocho más tarde pero lo hicieron en segunda división, compartiendo escenario, el Estadio Ignacio Zaragoza, con los poderosos Pericos de Puebla, esa escuadra fue siempre protagonista pero a la hora buena no podía concretar el ascenso al máximo circuito hasta que ligado a la construcción del Estadio Cuauhtémoc tras el mundial de México 70 la Federación organizó una promoción para ampliar la Primera División y así en un cuadrangular en la Ciudad de México el gol de Gervasio Quiroz significó el regreso tras catorce años de ausencia.

Los años subsecuentes fueron muy duros, de consolidación y de sufrimiento para aficionados y para las directivas pero no por ello hubo ausencia de buenos jugadores. En la 70-71, el Puebla finalizó en décimo primer lugar de la tabla general, en la 71-72 fue séptimo pero no clasificó a la liguilla porque en ese entonces además de la tabla general los equipos estaban encuadrados en grupos que eran los que daban el boleto a una liguilla que con el paso del tiempo se fue ampliando, en la 72-73 fue octavo cuando en pleno torneo hubo cambio de directiva luego de que Rafael Moreno Valle Sánchez cediera los derechos a Leonardo Ortiz Gallegos en la fecha 21, en la 73-74 fue cuarto y logró su primer boleto a la liguilla donde se midió al poderoso Cruz Azul con empate a uno en el Cuauhtémoc con los tantos de Juan Alvarado por la Franja y un autogol de Luis Ramón Pérez; la vuelta se disputó el 5 de mayo de 1974 y la Máquina goleó 6-1 con dos tantos de Eladio Vera, Luis Estrada, Alberto Gómez, Horacio López Salgado y Joel Andrade, el gol poblano fue obra de Carlos Zibecchi, pero las crónicas de la época hablan de un pésimo arbitraje de Alfonso González Archundia ya que de acuerdo con Emmanuel Couttolenc no marcó dos penales de Marín al propio Zibecchi, así como expulsiones rigoristas al “Coco” Gómez, Luis Enrique Fernández y Martín  Ibarreche.

Cabe destacar que entre esa campaña 73-74 y la nueva aparición en liguilla en la famosa 82-83 pasaron nueve años, nueve temporadas en las que el Puebla fue décimo en la 74-75, décimo octavo en la 75-76 donde se salvó de ir a la liguilla por el no descenso (que enfrentaba al último y penúltimo lugar que fueron el Atlante y el Atlético Potosino y en la que cayó el cuadro atlantista al perder 2-1 en el global). Fue décimo en la 76-77, pero en la 77-78 regresaron los problemas de descenso ya que finalizó en décimo octavo lugar dejando al Unión de Curtidores y al Atlas en la liguilla por no descender, misma que ganó el Curtidores por un global de 4-2 con dos goles de Juan Manuel Olague, otro de Juan de Dios Castillo y uno más de Lizardo, por el Atlas marcaron Ricardo Ferreti y José Delgado.

Para no caer en la liguilla por el no descenso el Puebla tuvo que ir a Monterrey a empatar a cero con los Tigres de la Autónoma de Nueva León que vivían un buen momento ya que se meterían a la liguilla para ser campeones al derrotar a los Pumas. El Puebla ya sabía que necesitaba un empate ya que el 3 de mayo el Jalisco había vencido 0-1 al Atlas en un juego polémico ya que el directivo del Puebla, Emilio Maurer había entregado portafolios con incentivos para los jugadores de los Gallos de Jalisco, por tal motivo, la tarde del 6 de mayo de 1978 el equipo de la Franja dirigido por Juan Ricardo Faccio ya sabía que necesitaba sacar el empate, mismo que consiguió.

Tras el susto fue séptimo pero no clasificó en la 79-80, décimo tercero en la 79-80 cuando la directiva cambió ya que Leonardo Ortiz vendió al equipo a Jorge Suárez que lo reforzó para la 80-81 donde fue décimo segundo y octavo en la 81-82 antes que la devaluación cambiara los planes para la 82-83 y obligara a cambiar de equipo, a la salida de los españoles, y a la apuesta por Manolo Lapuente en la dirección técnica. Fueron años complicados en las que se consolidaron rivalidades, en las que aparecieron ídolos como Silvio Fogel, Moi Camacho, Juan Alvarado, Juan Manuel Borbolla o antes con los Sconfianza, Sánchez Carvajal, Luis Enrique Fernández, por mencionar a algunos.

Vinieron los buenos años, los dos campeonatos de liga, dos Copas México, el campeonísimo un subcampeonato de liga y luego inició la travesía por el desierto que no ha terminado, en esa travesía se ha descendido dos veces, se jugó con cinco “yugoslavos” (uno era macedonio),  se han vivido todo tipo de escándalos desde amenazas a jugadores, a rumores de venta de la franquicia, se compró al Curtidores para evitar un descenso en 1999 pero no se aprendió y en 2005 sí se consumó para jugar dos años en Primera “A”, como se llamaba, luego se regresó, no se aprovechó un grupo con identidad, se cayó en inestabilidad directiva, los problemas de descenso siguieron, hubo salvaciones angustiosas, un paréntesis con una Copa ganada.

Una clasificación a liguilla, la previa de la Libertadores, antes de rozar la desaparición que se evitó con la llegada del Grupo del Ajusco que se mantiene a nuestros días con algún buen momento y el gran bandazo que personificó Eduardo Arce.

Por eso es importante conocer la historia de los equipos, nunca es un camino lleno de rosas, hasta los más ganadores han tenido momentos complicados, por ello cabe mencionar otros valores para identificarse con un club más allá de los resultados deportivos: Identidad con la sede, la tierra a la que representa, identidad con los colores, sin olvidar la tradición familiar. Por eso es importante conocer la historia de los equipos no para vivir de ella o de su nostalgia por tiempos mejores, sino para conocer lo que representan y lo que han vivido; dicho de otra manera la identidad con un club va mucho más allá de que gane, porque en realidad se pierde más de lo que se gana.