La columna de Andrea Casco
Dicen que poco importa saber a dónde ir sino se sabe de dónde se viene. Mientras más bases se tengan para construir el camino, más lejos se llegará.
Ahora que atravesamos por un periodo vacacional, me percaté de que la mayoría de vecinos, compañeros y amigos, así como el resto de la ciudad, visitaron a familiares en sus lugares de origen. ¡Qué maravilla! No sólo se trata del descanso, me refiero a la oportunidad de estar con los que se quiere, sobre todo con aquellos que nos formaron y forman constantemente.
Recordar de qué estamos hechos, tomar una pausa, bajar el peso que se lleva en la espalda, contemplar el camino recorrido y reflexionar aquel que nos falta por recorrer. Si de algo estoy segura es que la vida es sublime y que no siempre la disfrutamos con la intensidad que debería ser.
El mundo cada día avanza más rápido, ¿quiénes somos?, ¿de dónde venimos?, ¿a dónde vamos? son preguntas que deberíamos hacernos constantemente, las respuestas deberían estar presentes en nuestro interior, en esa mochila a la que me refiero inconscientemente que cargamos.
No es romanticismo, pero la falta de tiempo nos impide detenernos a pensar que nos pasamos la vida recopilando y buscando las herramientas para enfocar y acortar el camino para llegar más rápido, muchas veces sin saber a dónde se va. Un poco absurdo, ¿no?
Volver al origen no es retroceder, ¡es tomar impulso! Con los que se quiere y con los que nos ayudan a ser mejores, se toma una pausa para continuar.
¿Nos leemos el próximo lunes? @Andy_Casco.
