La columna de Andrea del Pilar Casco
Dicen que ante las sorpresas de la vida más vale tener los ojos bien abiertos. Sin duda, esta es una historia que debe ser contada, le pedí a mi amiga Karla, (su protagonista) me dejara escribir al respecto.
Es amante de la montaña, lo sé desde hace tiempo y aunque evidentemente es poco probable que algún día acudamos juntas, siempre disfruto cuando me cuenta sus experiencias, la recién narrada tardará mucho para ser superada.
Perdió su celular al acudir al Pico de Orizaba el fin de semana que comprendió entre el 10 y 11 febrero, había tomado fotografías con el dispositivo, entre ellas una selfie, porque no llevó la pila de su cámara fotográfica, (la olvidó). Al parecer no habría guardado el teléfono de vuelta por lo que se extravió.
Situación que es molesta, además del gasto que implica comprarse un teléfono nuevo, recuperar algunos contactos y todo el caos que ya se imaginaran conlleva este proceso.
Una semana después, el pasado 17 de febrero 12 montañistas de Jalisco pertenecientes al grupo llamado Barrancracks, realizó una ruta hacia la cumbre del Pico de Orizaba, decidieron adentrarse a la montaña más alta de México a pesar de las alertas sobre la entrada de un frente frío ese fin de semana, que provocó un descenso en las temperaturas.
Los montañistas comenzaron la ascensión desde Atzitzintla y pretendían descender por la Cara Norte del Pico de Orizaba, pero el mal clima provocó que se perdieran, el grupo se separó. Seis de ellos lograron bajar a Atzitzintla, donde fueron atendidos por Protección Civil. Ese mismo día, otros tres alpinistas fueron localizados. Algunos presentaban síntomas de hipotermia, deshidratación y heridas. Todos fueron trasladados al Hospital General de Ciudad Serdán.
Cruz Roja de Puebla confirmó que habían encontrado el cadáver de una de las montañistas, identificada como Jessica N. y horas después se habría localizado el cuerpo sin vida de Luis Flores el guía de la expedición. Continúa la búsqueda de un alpinista más.
Mientras esto ocurría, algunos de los contactos más frecuentes de mi amiga, comenzaron a recibir llamadas de un número desconocido, su mamá, una compañera de trabajo y su prima, fue esta última la que logró ser el enlace dentro de la anécdota.
-Encontraron tu celular- le dijo.
Imagino que le dio algún número telefónico para que se pusiera en contacto con la persona que lo habría encontrado.
Era un hombre (H) comprobó que era su celular al enviarle la selfie que se tomó Karla (K) aquel 10 de febrero.
H: -Te vería para dártelo, pero ya estoy en Michoacán-.
K: -De acuerdo, pero ¿cómo que estas allá? ¿Por qué? -.
H:- En realidad, trabajo en Guadalajara pero soy originario de Michoacan, vine a atenderme, soy uno de los 12 integrantes del grupo de alpinistas que sufrió el incidente este fin de semana-.
¿Qué probabilidad hay de que esto ocurriera? Me pregunto Karla, le respondí: “Cero en un millón”. En primer lugar, que el celular resistiera a las condiciones climatológicas, en segundo que alguien lo encontrará y que quisiera regresarlo, en tercero que esa persona fuera alguien que habría sufrido una situación complicada como la que atravesó y que aún así estuviera dispuesto a regresar ese teléfono. Que por cierto será enviado por paquetería.
Él, está en buen estado de salud y aunque entablaron una conversación acerca de cómo se encontraba y la adversidad que tuvieron en la cumbre, es información reservada.
Sin embargo, no quería perder la oportunidad de compartirles esta maravillosa historia que seguramente al igual que a su servidora despertará su sentido de asombro y los tendrá alerta ante las sorpresas y contrastes que nos presenta de la vida.
¿Nos leemos el siguiente lunes? @Andy_Casco
