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Versión estenográfica palabras secretaria de Gobernación en el 107 Aniversario de la Promulgación de la Constitución Política de 1917.
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hace 8 mesesPor
SICOM NoticiasActo encabezado por Luisa María Alcalde en representación del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Sicom Noticias
Diputada presidenta Marcela Guerra Castillo, senadora presidenta Ana Lilia Rivera Rivera, ministro Alberto Pérez Dayán, gobernador Mauricio Kuri; compañeras, compañeros del Gabinete de Seguridad; gobernadoras, gobernadores, integrantes del Gabinete. A todas, a todos los saludamos en representación del presidente de los Estados Unidos Mexicanos, el licenciado Andrés Manuel López Obrador.
Hoy es un día histórico para la arquitectura Constitucional. Nos encontramos en el Teatro de la República, el lugar en donde se entonó por primera vez el Himno Nacional y el escenario del Congreso Constituyente de 1917.
Y hoy, hoy por la tarde, el presidente Andrés Manuel López Obrador presentará un importante paquete de iniciativas de reformas constitucionales. Y lo hará desde otro espacio legislativo: el Recinto Parlamentario, ubicado en Palacio Nacional; el lugar donde se discutió y juró la Constitución un 5 de febrero de 1857.
La fecha para ambas Constituciones es la misma: 5 de febrero, y la decretó el presidente Benito Juárez en 1861 como fiesta nacional.
Así: dos lugares, dos momentos, una misma fecha y uno solo sentimiento, el del Artículo 40 de la Constitución: ‘Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática, laica y federal, compuesta por Estados libres y soberanos, unidos en una federación establecida según los principios de esta ley fundamental’.
En esas palabras está definida la vocación democrática de nuestra nación, pero también el fundamento del pacto federal.
Un pacto federal que recorre toda nuestra Constitución, toda nuestra historia y toda nuestra tierra. En ella están más de dos siglos de ideas, de causas, de luchas y hechos de esos Estados libres y soberanos. Ideas que se convirtieron en documentos fundamentales y después Constitucionales.
El Decreto de abolición de la esclavitud del Cura Miguel Hidalgo se expidió en 1810 en Guadalajara, Jalisco.
Los Elementos Constitucionales de Ignacio López Rayón, primer proyecto de un México independiente, empezaron a circular en 1812 en Zinacantepec, Estado de México.
El Primer Congreso de Anáhuac de 1813 ocurrió en Chilpancingo.
El Decreto Constitucional para la América Mexicana de 1814 fue sancionado en Apatzingán y en 1824, el antiguo templo de San Pedro y San Pablo se convirtieron en recintos parlamentarios donde se elaboró y aprobó la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos.
Treinta años después vendría el acta del nacimiento del liberalismo mexicano: EL Plan y la Revolución de Ayutla.
Su éxito derivó en la destitución de Santa Anna y demás funcionarios que no merecían la confianza del pueblo y comenzó la ruta hacia un nuevo orden: La Constitución Política de la República Mexicana de 1857.
Y ahí, nuevamente, los estados: el Congreso Constituyente se instala en la Ciudad de México, y lo preside Ponciano Arriaga de San Luis Potosí.
La Defensoría de Oficio llegó a la Constitución precisamente de la mano de Ponciano Arriaga que, 10 años antes, como diputado local había creado la Procuraduría de los Pobres para defenderse de los abusos, de excesos, de agravios y maltratos de los poderosos.
El más elocuente de los diputados, Francisco Zarco, y su claro diagnóstico de quienes se encargaban de la administración de justicia de la época y cito:
‘En cuanto a los elegidos, desde que somos independientes, la administración de justicia ha sido monopolio de los sabios con título, de los hombres instruidos, de los letrados, y ¿qué ha sido de la administración de justicia? Un caos, un embrollo, inamovible en medio de nuestros cambios, ha estado muy lejos de corresponder a las esperanzas que aún se tiene en la sabiduría oficial’.
Con la defensa de Zarco se alcanza la gratuidad en materia de impartición de justicia.
El diputado por la Ciudad de México, Vicente Riva Palacio, plantea la necesidad de defender la integridad territorial y se establece así la Guardia Nacional.
El diputado por Sinaloa, Ignacio Ramírez “El Nigromante” defendió la libre manifestación de las ideas.
Iniciado el Siglo XX, hubo quienes no resistieron las presiones ni las ambiciones humanas y dieron la espalda a la Constitución.
Pero también hubo quienes lucharon y la defendieron. De la temporada de zopilotes surge la melodía del debate democrático que tuvo este Teatro como escenario y a la Ciudad de Querétaro como capital provisional de la República. Es el Constituyente de 1917.
La Constitución que llegó y asombró en todas las latitudes. El diputado por Hidalgo, Alfonso Cravioto, la definiría como la “Primera Declaración de Derechos Sociales del mundo” y no es para menos: Logra amalgamar, por primera vez en la historia moderna, a las (inaudible) liberal, democrática y socialista.
En el Artículo Tercero, Francisco J. Múgica empieza a delinear la reforma que vendría 17 años después: La educación será socialista. Y además de excluir toda doctrina religiosa, combatirá el fanatismo y los prejuicios, para lo cual la escuela organizará sus enseñanzas y actividades en forma que permita crear en la juventud un concepto racional y exacto del universo y de la vida social.
El diputado por Coahuila, José María Rodríguez, médico cirujano, planteó federalizar el sistema de salubridad para poder prevenir y disuadir enfermedades y adicciones bajo una misma organización.
La profundidad del artículo 27 Constitucional que inspiró uno de los sonetos de Griselda Álvarez Ponce de León en su Glosa de la Constitución: ‘El Artículo trata de lo agrario, de la pequeña propiedad y mete en extensos renglones que compete, sobre todo al derecho parcelario. Habla de concesión de minerales, de abastecer eléctrica energía, de bienes y recursos naturales, de tribunales y ganadería y establecer reservas nacionales que a la justicia rindan pleitesía. Una rica nación si la examino, con petróleo, con minas, con deseo de tener democracia por destino y de ser soberana por fogueo’.
Cuando la discusión sobre la protección de los recursos naturales parecía tender a la moderación, diputados como Rafael Martínez Escobar, de Tabasco, no escatimaba en señalar: a todos aquellos que quieran que los extranjeros no sólo nos sigan arrebatando nuestra agricultura, nuestro comercio, nuestras industrias, incipientes todavía, quieren sencillamente que nos arrebaten de una vez por todas nuestras instituciones políticas.
El diputado del Estado de México, Carlos Gracidas aportó ideas para salvaguardar los derechos de los trabajadores y la importancia de definir una remuneración justa.
El diputado por Guanajuato, José Natividad Macías, advertía que implementar el salario mínimo no era fijar una cantidad de dinero, sino un equivalente de recursos que alcanzara para que la gente pudiera tener alimentación, casa y placeres honestos, para mantener a su familia.
Incluso en ese Constituyente, hace ya más de 100 años, se debatía sobre el maltrato animal. Es el propio Múgica quien en la discusión habla a favor de los animales: ‘En el juego de gallos no hay de noble sino el duelo de los animales. Lo brutal está de parte de los hombres’.
Ha pasado más de un siglo de aquél histórico momento, es cierto, es cierto se han ampliado derechos individuales y se han reconocido derechos colectivos. Pero igual de cierto es que hasta la Constitución llegó el avasallante neoliberalismo: ‘Y se crearon en ella aparatos para proteger intereses privados sobre los públicos, llegaron las provatizaciones; se instauró la mala idea de construir el bienestar desde arriba y con exclusiones, se trastocó así el sentido social de la propia Constitución’.
Este es el retorno del pacto social que se aprobó en este teatro y que se convirtió en referente para el mundo. Las reformas que conocemos hoy y que vamos a conocer esta tarde, junto a las de los últimos cinco años, son el camino de regreso al Pacto Social, fundamentado desde el Pacto Federal.
Un nuevo pacto social con la llegada del humanismo mexicano a la Constitución: La salvaguarda de los derechos sociales: educación, salud y salario. La solidaridad como principio colectivo. Una idea más amplia del desarrollo y de bienestar social. Lo que los liberales de 1917 y de todas las épocas y desde todos los rincones de la Patria han anhelado para nuestra Constitución.
Un nuevo pacto social con la llegada del humanismo mexicano a la Constitución: elevar a rango constitucional la obligación del Estado de proteger a la población más vulnerable y devolverle el sentido al Artículo 39: Todo poder público dimana del pueblo.
El humanismo mexicano es el derecho a ser feliz; a tener oportunidades y construir de forma libre nuestros proyectos de vida; a la inclusión desde abajo y para todos, al reparto equitativo de los esfuerzos y los bienes sociales, a consolidar y sostener una economía próspera que fecunde una sociedad más justa.
Y estará en la Constitución para blindarlo de toda amenaza de retroceder.
Y estará en la Constitución para dejar en claro al mundo que, en México, el Estado es el garante de la protección de los derechos sociales.
Y estará en la Constitución para demostrar que la Cuarta Transformación tiene una concepción política de trascendencia histórica.
Vamos a tener la oportunidad, a partir de las propuestas de este 5 de febrero de 2024 para lograr el anhelo de Francisco Zarco: ‘La igualdad será desde hoy la gran ley en la República’. Muchísimas gracias.