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Internacional

Traumas psicológicos persiguen a los veteranos de la guerra en Nagorno Karabaj

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En el otoño boreal de 2020, un conflicto militar de seis semanas entre su país, Azerbaiyán, y Armenia dejó 6.500 muertos, afectando profundamente a las poblaciones de ambos países.

Bakú, Azerbaiyán

AFP | por Emil GULIYEV con Mariam HARUTYUNYAN en Ereván

Bakú, Azerbaiyán.- Insomnio, pesadillas, taquicardia y agresividad. Un año después de ser enviado a combatir a Nagorno Karabaj, territorio disputado por Armenia y Azerbaiyán, el joven Asif Maharramov aún sufre las secuelas psicológicas de la guerra.

Mi humor empeoró. Cuando escucho a alguien decir algo que no me gusta, me dan ganas de golpearlo, perdí el control”, confesó a la AFP Maharramov, quien constató que un año después de la guerra, “el estrés siempre está presente”.

En el otoño boreal de 2020, un conflicto militar de seis semanas entre su país, Azerbaiyán, y Armenia dejó 6.500 muertos, afectando profundamente a las poblaciones de ambos países, vecinos y enemigos del Cáucaso.

Maharramov, de 20 años, es uno de los miles de veteranos de los dos países que sufren del síndrome de estrés postraumático, en sociedades patriarcales donde el tema de la salud mental es estigmatizado.

Actualmente, Armenia y Azerbaiyán buscan ampliar el acceso a los cuidados psicológicos para sus exmilitares, atrayendo progresivamente a los veteranos de la guerra, quienes deben superar el miedo de ser vistos como débiles.

“Solamente una cuarta parte de los veteranos de guerra aceptan tratarse”, dijo Khatchatour Gasparyan, del centro psicológico Intra en la capital armenia de Erevan.

“La sociedad debe aprender que no hay deshonra en ver a un psicólogo, es una cosa normal”, agregó.

En Azerbaiyán se abrieron en enero centros de rehabilitación psicológica en todas las grandes ciudades.

Desde entonces, “el número de exsoldados que buscan tratamiento psicológico viene en aumento”, constató la psicóloga Sabina Rachidova.

El centro de la capital azerbaiyana, Bakú, donde ella trabaja, atiende a unos 50 soldados por semana con programas basados en la psicoterapia y la meditación que pueden durar hasta un año.

Según su colega Nargiz Huseynova, “la agresividad, el insomnio, la apatía” son frecuentes en sus casos.

Es allí donde Maharramov fue atendido. Enviado a la guerra poco después de que comenzó el 27 de septiembre de 2020, pasó su primera noche bajo tiros de artillería.

CORRÍA LA SANGRE

Dice que fue herido en la cabeza durante un operativo en el que murió su capitán.

Nosotros lo vimos tendido en el suelo, la sangre corría”, narró el joven veterano, quien pasó cinco meses en el hospital. “Yo lo veo a menudo en sueños, veo a mis compañeros. Ellos gritan, me llaman”, narró.

En Armenia, el gobierno organizó una red de centros de rehabilitación para veteranos, exprisioneros de guerra y familias de las víctimas.

Según el coordinador del programa, Andranik Hakobyan, “el choque, el rechazo, la culpa” afectan a muchos de los pacientes.

Si no se les ayuda a tiempo, comienzan a pensar en el suicidio y se vuelven agresivos“, explicó Hakobyan a AFP, tras indicar que esperan atender a 10.000 personas.

SIN GANADORES

“No hay ganadores ni perdedores en la guerra”, sostuvo el coordinador. “Armenios y azerbaiyanos sufren igualmente las consecuencias de la guerra, todos nosotros tenemos un largo camino por recorrer para la recuperación psicológica”.

David Stepanian apenas pudo escapar de la muerte en su primer día de combate cuando explotó un vehículo en el que viajaba.

El joven de 21 años resultó herido y fue trasladado inconsciente al hospital, donde los médicos constataron que una bala pasó a pocos milímetros de su corazón.

El proyectil aún está en su tórax y su cuerpo está cubierto de cicatrices, pero son las heridas psicológicas las que lo hacen sufrir más.

Los peores recuerdos de la guerra son los de ver a tus amigos heridos y no poder ayudarlos a causa de los disparos enemigos”, contó el veterano, quien afirma haber pasado meses sin poder cerrar los ojos, atormentado noche y día por las imágenes del conflicto.

Yo no volví a relacionarme con mi familia o mis amigos y finalmente decidí pedir ayuda médica“, declaró a la AFP, tras indicar que ocho sesiones de psicoterapia hicieron que pudiera dormir hasta cuatro horas por noche.

De regreso a Azerbaiyán, donde Maharramov es ahora guardia de una instalación petrolera en las afueras de Bakú, el humor es más sombrío.

Si un día me caso no habrá música en mi fiesta de boda“, dijo el joven. “Conozco gente que no se pudo casar porque murieron en la guerra”.

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© Agence France-Presse