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Tessa Ganserer aspira a ser la primera diputada federal transgénero de Alemania

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Los activistas transgénero luchan contra el uso de su nombre de nacimiento, al que denominan “Deadname” (nombre muerto en inglés) después de iniciar públicamente su transición de género.

AFP | por Isabelle LE PAGE

Berlín, Alemania.- En 2019, Tessa Ganserer hizo historia en Alemania convirtiéndose en la primera mujer transgénero en ser elegida parlamentaria regional. Ahora apunta a ser electa para el parlamento federal (Bundestag), un objetivo difícil pero no imposible, para ver reconocida su identidad.

Para esta pionera, diputada por el partido ecologista de Los Verdes en el parlamento regional de Baviera (sur), la lucha por su identidad no tiene fin y en las elecciones del 26 de septiembre tendrá que superar un nuevo obstáculo.

Los que quieran votar por Tessa Ganserer,  deberán marcar una casilla con su nombre de nacimiento masculino, seguido por su nuevo nombre entre paréntesis. Una cuestión burocrática que la política de 44 años considera cruel y ofensiva.

Los activistas transgénero luchan contra el uso de su nombre de nacimiento, al que denominan “Deadname” (nombre muerto en inglés) después de iniciar públicamente su transición de género.

“Es humillante, me duele porque yo abandoné mi nombre masculino, que es simplemente incorrecto”, dijo a la AFP Tessa Ganserer, con serias opciones de ocupar un escaño en el Bundestag la próxima legislatura.

Esta ingeniera forestal ha vivido como una mujer desde que salió del armario en 2019. Ahora todo el mundo, incluidos sus colegas conservadores en el parlamento bávaro, la llaman Tessa.

Pero todavía no ha cambiado oficialmente su nombre, en protesta por los obstáculos burocráticos que alargan durante años este proceso y elevan su coste hasta los 2.000 euros (2.400 dólares).

Para Ganserer, es una “violación de la dignidad humana”, cuya protección queda consagrada en el primer artículo de la Ley Fundamental de Alemania.

PREGUNTAS MUY ÍNTIMAS

“Debería presentar una petición al juzgado, pasar dos exámenes psiquiátricos, solo para que un juez decida si el estado me acepta como la mujer que he sido públicamente durante tres años”, explicó Ganserer, que representa una circunscripción en Nuremberg.

La evaluación psiquiátrica cubre “cuestiones muy íntimas”, como “tu primera experiencia sexual, tus fantasías sexuales o la ropa interior que utilizas”, criticó.

El proceso está regulado por una ley de los años 1980, una época muy distinta en la larga lucha por los derechos transgénero, subraya Ganserer.

La máxima instancia judicial de Alemania declaró anticonstitucionales algunas de sus cláusulas.

En una sentencia de 2011, el tribunal eliminó la obligación de pasar por una operación de cambio de sexo para optar a una actualización del estado civil, y urgió al poder ejecutivo a reformar la ley.

Otros países europeos ya lo han hecho. En Suiza, España y Dinamarca, basta con solicitar un nuevo documento de identidad para tener el nuevo género reconocido.

Los Verdes y el partido liberal alemán propusieron cambios similares, pero los conservadores de la canciller Angela Merkel los rechazaron a principios de año por discrepancias por el tipo de asesoramiento y apoyo ofrecido al colectivo transgénero.

La gran coalición” federal entre conservadores y socialdemócratas no consiguió presentar una ley propia.

“No puedo entenderlo”, dijo Ganserer. “No debería haber más excusas, los derechos humanos deben aplicarse a todas las personas”, insistió.

EL MIEDO A SALIR

“Fue realmente duro para mi salir del armario”, dijo, por el miedo a ataques de sus opositores, escrutinio de su vida privada y acoso en redes sociales, temores que se cumplieron.

“Pero estaba agotada (…) Quería seguir en política, pero también quería ser yo misma y vivir cómo la mujer que siempre he sido”.

Su familia la apoyó. Su mujer, con quien tiene dos hijos, estuvo a su lado.

Su objetivo ahora es abolir la actual ley sobre identidad de las personas transgénero y continuar la lucha por los derechos de los colectivos LGTBQI+.

El ministerio de Interior alemán notificó un aumento del 36% en agresiones físicas y verbales a minorías sexuales en 2020.

“Todavía hay mucho odio y violencia contra ellos por ser como son”, dijo Ganserer, quien ha sufrido en su propia piel “insultos, burlas y amenazas”.

Después de las elecciones, espera poder agitar el Parlamento nacional y confía que el nuevo gobierno pos-Merkel, probablemente con los Verdes dentro de la coalición de poder, haga posible el cambio.

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© Agence France-Presse