Por: Enrique Romero Razo
El reloj marcaba las ocho en punto. Mañana fría, cielo nublado.
Y, sin embargo, mi ánimo contrastaba con el clima de este primer día de junio de un año que avanza con inusitada velocidad: 2025.
Alegría, entusiasmo, expectativa. Una mezcla de emociones me acompañaba mientras me dirigía a la casilla correspondiente para ejercer mi derecho al voto en una elección inédita: la del nuevo Poder Judicial de la Federación.
Los funcionarios de casilla —vecinos a quienes conozco desde hace muchos años— me recibieron con cordialidad. Tras verificar mi credencial, me entregaron las seis boletas para que, de forma libre y directa, pudiera elegir a quienes habrán de impartir justicia en nuestro país.
Al depositar mi voto, me invadió un sentimiento de orgullo difícil de describir. Orgullo por vivir en un país donde la democracia sigue abriéndose camino, incluso contra quienes quisieran negarla o sabotearla.
La jornada fue un éxito rotundo, a pesar de los augurios catastróficos de quienes, desde la comodidad de sus privilegios, denostaron este proceso. Me refiero a los voceros del viejo régimen y, en particular, a los serviles del evasor fiscal Ricardo Salinas Pliego.
Una vez más, la ciudadanía dio una lección de civismo, reafirmando su compromiso con la transformación profunda de la vida pública nacional.
Hoy, con nuestro voto, los mexicanos alzamos la voz para poner fin a un Poder Judicial que, por décadas, sirvió a las élites y no a la justicia.
¡Ya basta de jueces que tuercen la ley para favorecer a los ricos y a las mafias del poder!
Esta jornada comicial extraordinaria —la primera en más de dos siglos de vida republicana— representa un parteaguas: hemos dado el primer paso para contar con juezas y jueces, magistradas y magistrados, ministras y ministros que actúen con apego a la ley, sí, pero también con un profundo compromiso social.
No queremos más “tíos Richie”.
Queremos justicia, no privilegios.
Queremos un Poder Judicial que mire al pueblo y no a los poderosos.
¡Que viva la democracia!
¡Que viva el nuevo Poder Judicial!
¡Que viva México!
