En algunos casos, el hablar solo puede ser un síntoma de trastornos mentales graves; por ejemplo, en trastornos psicóticos como la esquizofrenia.
Andrea Casco
Hablar consigo mismo es una práctica más común de lo que se podría pensar. Muchos de nosotros recurrimos a este hábito para organizar pensamientos, llamar nuestra atención o simplemente reflexionar en voz alta. Aunque pueda parecer extraño, tiene una serie de beneficios significativos, como mejorar el razonamiento, aumentar la concentración, la atención y la creatividad.
A pesar del estigma asociado y la creencia popular de que hablar solo es un signo de locura, hay quienes como Roberto, que trabaja en un departamento de marketing, lo encuentran útil en su día a día laboral. Aunque su trabajo sea digital, la organización mental juega un papel vital en su desempeño.
Desde una perspectiva científica, el acto de hablar consigo mismo se considera un mecanismo que ayuda en la organización y clarificación del pensamiento. De hecho, se reconoce como un indicador de buena capacidad intelectual y cognitiva.
Sin embargo, es importante destacar que en algunos casos, el hablar solo puede ser un síntoma de trastornos mentales graves. Por ejemplo, en trastornos psicóticos como la esquizofrenia, los soliloquios pueden ser la manifestación de alucinaciones auditivas, lo que indica la necesidad de una evaluación y atención médica adecuadas.
