Para los habitantes de esta demarcación, sería un orgullo que la localidad obtuviera el titulo, y es que tiene mucha historia que ofrecer.
Juan Pablo Ramírez
Un Pueblo Mágico es una localidad que tiene atributos únicos, símbolos, historias auténticas, hechos trascendentes y oportunidades para el aprovechamiento turístico, atendiendo las necesidades y motivaciones de los viajeros.
Por su trabajo artesanal de barro en miniatura -el cual sólo dos familias preservan-, talleres de fabricación de esculturas religiosas a base de yeso, su majestuoso convento franciscano que data de 1569, y la Parroquia de la Asunción tallada en cantera gris, el municipio de Amozoc, en Puebla, busca esta denominación.
Para los habitantes de esta demarcación, sería un orgullo que la localidad obtuviera el titulo, y es que tiene mucha historia que ofrecer.
Otros afirman que hay tradiciones y cultura; sin embargo hace falta difusión.
El programa de Pueblos Mágicos pretende el aprovechamiento de los recursos naturales y culturales del país, incrementando empleos y fomentando la inversión pública para elevar los niveles de bienestar de una población, fomentando así, el desarrollo sustentable de las localidades.
Para que un municipio pueda obtener la denominación, es necesario que la localidad interesada cumpla estrictos requisitos, uno de ellos es que a pesar del tiempo ante la modernidad, haya conservado, valorado y defendido su herencia cultural natural y la manifieste en diversas expresiones a través de su patrimonio tangible e intangible.
