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La muerte y resurrección de Zapata: Conmemoración del 106 aniversario luctuoso del General

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Si Zapara viviera, contento estaría con nuestra defensa de la dignidad, libertad y soberanía, ¡y volveríamos a firmar sin miedo junto con él! Zapata sigue vivo en las arterias de la tierra mixteca, en nuestra gente.

Melitón Lozano

“Somos una comunidad con destino, unida por la historia, la diversidad, la resistencia y sobre todo los sueños de justicia.” Son palabras que expresó ayer nuestra presidenta Claudia Sheinbaum en la IX cumbre de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) celebrada en Honduras.

En ese tenor, una manera de honrar el legado de Zapata es mantener vigente su pensamiento y acción de lucha por la libertad y justicia, así como su testimonio de congruencia revolucionaria. Lo que dijo e hizo Zapara en ese entonces, sigue vivo en este entonces, solo que en un contexto diferente.

La lucha de Emiliano Zapata no fue solo contra los oligarcas y hacendados, sino contra el sistema de injusticia, desigualdad, despojo, corrupción, impunidad, pobreza y marginación, así como contra la complicidad entre el poder político y el poder económico que prevalecía en aquel entonces. 

Esta conmemoración del 106 aniversario luctuoso del general, es una invitación para actuar frente a la adversidad en unidad con esperanza, parafraseando a nuestra presidenta Sheinbaum. Pero no esperanza de espera pasiva, sino de esperanzar a otros y otras activamente con nuestra lucha cotidiana.

En esta sintonía, vale la pena preguntarse ¿unidad con esperanza de quién? Y la respuesta es: de todas las personas que nos sintamos agraviadas por la denegación de nuestros derechos fundamentales. El humanismo mexicano es concebido como la lucha contra la desigualdad y la pobreza que aún existe como consecuencia histórica de un régimen de despojo.

¿Unidad con esperanza frente a quién? Frente a las amenazas del crimen organizado, de intereses intervencionistas extranjeros, del racista Donald Trump y de todo sistema económico, político y cultural, que sea discriminatorio, clasista y que viole los derechos humanos.

Hoy podemos decir que, desde el sexenio pasado, a la luz del liderazgo de Andrés Manuel López Obrador, hemos avanzado mucho socialmente bajo los mismos principios de “libertad, justicia y ley”, pero aún falta camino por recorrer. Él, como Zapata en aquel entonces, tuvo el coraje y la determinación de enfrentar al neoliberalismo cara a cara, y construir el humanismo mexicano junto al pueblo. 

Esta transformación continúa hoy bajo el liderazgo de nuestra presidenta, la doctora Claudia Sheinbaum, así como el de nuestro gobernador, Alejandro Armenta. Hoy, entre todas y todos, levantamos juntos el segundo piso de esta profunda y radical transformación nacional. 

Recientemente, nuestra presidenta destacó el fuerte impulso que se está dando al campo mexicano a través de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural. Gracias a programas como “Precios de Garantía”, “Alimentación para el Bienestar”, “Cosechando Soberanía” y “Fertilizantes para el Bienestar”, se incrementará el valor agregado de los productos del campo de pequeños productores. Esto impulsará el comercio justo y la soberanía alimentaria de nuestro país. La meta es que para el 2030 aumente la producción de maíz blanco y frijol y así lograr la autosuficiencia alimentaria y el fortalecimiento de nuestra soberanía nacional. ¡No cabe duda de que el sueño de nuestro general se está realizando! ¡Zapata vive! y ¡La lucha sigue!

La soberanía se defiende construyéndola entre todos, con dignidad, justicia y libertad. Si antes nuestro general decía “la tierra es para quien la trabaja”, hoy podemos agregar que “la tierra es para quien la cuida, la defiende y la trabaja”. La transformación radical que vivimos nos compromete a cuidar la tierra de productos que la dañan, defenderla de intereses neoliberales y trabajarla con dignidad.

En Ayoxuxtla Puebla, se firmó el Plan de Ayala, que buscaba recuperar la tierra que les habían arrebatado a los campesinos. Hoy, con esta misma tierra en nuestras manos, amparados por nuestro movimiento de transformación nacional, debemos continuar rescatando la memoria histórica y la identidad digna de nuestro pueblo. “Tierra y libertad” y “Trabajo y dignidad” son cuatro faros para nuestro buen vivir. Aquí están presentes nuestras raíces, ¡representadas en nuestra lucha y en nuestros sueños!

Debemos continuar alertas, unidas y unidos pues el sistema neoliberal busca convertir a las tierras del pueblo, al conocimiento ancestral y a nuestros recursos naturales en productos mercantiles y números monetarios. Continuemos organizados y esperanzados desde el hogar, pues desde cada cocina, desde nuestros platos y herramientas de trabajo, es desde donde lograremos triunfar en esta histórica transformación nacional. 

Si Zapara viviera, contento estaría con nuestra defensa de la dignidad, libertad y soberanía, ¡y volveríamos a firmar sin miedo junto con él! Zapata sigue vivo en las arterias de la tierra mixteca, en nuestra gente. Sigamos adelante con dignidad, “En México hemos aprendido que: frente a la adversidad, siempre la esperanza. Y la esperanza hoy es unidad”

¡Hasta la unidad con esperanza siempre!

¡Hasta honrar el legado de Zapata siempre!

¡Hasta la prosperidad compartida y el respeto a la soberanía, siempre!

¡Hasta la mixteca siempre!