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Hamid Karzai, el expresidente afgano que salió de entre las sombras

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Pese a unas acusaciones de fraude, ganó las segundas elecciones presidenciales afganas, después de que su adversario, Abullah Abdullah, renunciara a presentarse en la segunda vuelta.

AFP | por David FOX, con David STOUT en Islamabad

Kabul, Afganistán.- Cuando los talibanes entraron a Kabul, el presidente de Afganistán, Ashraf Ghani, huyó. Pero su predecesor, Hamid Karzai, de 63 años, salió de entre las sombras, sirviéndose de su experiencia en materia de pactos tribales tradicionales.

Tras los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, Karzai, que suele llevar un gorro de piel de caracul gris, encarnó el nuevo rostro de Afganistán. Su aura de modernizador, su perfecto inglés, su pertenencia a una vieja familia pastún y sus lazos con las tribus afganas hacían de él el candidato ideal para transformar una nación paralizada.

En diciembre de 2001, tras la expulsión de los talibanes, fue nombrado presidente de un gobierno de transición durante unas negociaciones auspiciadas por Naciones Unidas en Bonn, Alemania. Esta administración se comprometió a actuar en aras de la democracia.

Tras ello, una asamblea afgana tradicional ratificó al presidente Karzai en el cargo, lo que insufló un cierto aire de esperanza de que, quizá, una nueva era se avecinaba en Afganistán.

Pero los críticos no tardaron en eclipsar los elogios que incluso le valieron una nominación para el Nobel de la Paz en 2002.

Pese a unas acusaciones de fraude, Karzai ganó las segundas elecciones presidenciales afganas, después de que su adversario, Abullah Abdullah, renunciara a presentarse en la segunda vuelta.

Tras la elección de Barack Obama en 2008 y la salida de George Bush, Estados Unidos inició una operación masiva y desplegó a más de 100.000 soldados en Afganistán para repeler a los talibanes. 

Durante años, Karzai advirtió que la contra-insurrección estadounidense en los bastiones de los talibanes en el sur lo único que harían es alentar al movimiento islamista radical.

En vano, suplicó a Washington que concentrara sus esfuerzos en intentar convencer al gobierno paquistaní de que dejara de apoyar a los dirigentes talibanes exiliados en su territorio.

Incluso con los insurgentes llevando a cabo ataques en Kabul, Karzai insistía en que lo que había que hacer era reincorporar a los talibanes a la vida política, y se ganó fuertes críticas al calificarlos de “hermanos”.

FIGURA UNIFICADORA

Al final, Karzai perdió el apoyo de Occidente. Tanto los responsables como los medios estadounidenses solían ponerlo en la picota, acusándolo de corrupción, mientras que Estados Unidos se gastaba miles de millones de dólares en una economía afgana arruinada, lo que hacía que las malversaciones fueran casi inevitables.

Terminó cayendo en desgracia en Washington, en beneficio de su exministro de Finanzas Ashraf Ghani, quien estuvo al frente del país desde 2014 hasta la semana pasada, cuando huyó a Emiratos Árabes Unidos.

En cuanto los talibanes tomaron el control del país, la semana pasada, Karzai volvió a asumir un rol que le era bien conocido, corriendo de reunión en reunión, en busca de aliados, para intentar lograr una especie de acuerdo con sus viejos enemigos.

El domingo, apareció, rodeado de sus hijas, en un video muy compartido en redes sociales en el que afirmaba su movilización y la de su familia por el país.

“Espero que los problemas del país se resuelvan con diálogos y negociaciones”, declaró, utilizando el tono pragmático del que solía hacer gala durante sus años en el poder.

“También le pido a todas las fuerzas de seguridad y a los talibanes, se encuentren donde se encuentren, que protejan las vidas y los bienes de la población y que se concentren en la seguridad de las personas”, añadió.

El miércoles, Karzai se sentó con una delegación de talibanes. Entre los insurgentes, se encontraba Anas Haqqani, hermano menor de Sirajuddin Haqqani, jefe de la red epónima y considerado “terrorista” por Washington. Fue él quien llevó a cabo atentados suicidas y brutales ataques en Kabul durante la presidencia de Karzai. 

“Si queremos ver una solución política, Hamid Karzai tendrá que jugar un papel clave”, consideró Ibraheem Thurial Bahiss, consultor en el International Crisis Group. 

“Es una figura unificadora en muchos sentidos”, añadió, recordando que Karzai tenía fama de haber sabido reunir a “facciones diversas” durante su mandato.

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© Agence France-Presse