Entre los puntos destacan la disponibilidad de financiación y colaboración sin precedentes, además de años de investigación y tecnología preexistentes desarrolladas en respuesta a brotes virales previos.
Redacción
Tradicionalmente, las vacunas tardan años en desarrollarse, probarse y distribuirse.
Sin embargo, expertos, científicos y autoridades sanitarias de todo el mundo explican que el cronograma de desarrollo de la vacuna para la COVID-19 se ha agilizado sin comprometer la seguridad por varios factores, entre ellos.
Entre los puntos destacan la disponibilidad de financiación y colaboración sin precedentes, además de años de investigación y tecnología preexistentes desarrolladas en respuesta a brotes virales previos.
“Imaginemos que tenemos un mecano, una especie de estructura con todas las piezas del mismo color, y dejamos un hueco. La estructura ya está elaborada, y a partir de eso en ese hueco bastaría con poner una proteína contra otro virus para tener una vacuna elaborada. Todo esto se ha conseguido gracias a la investigación para otros virus, como el VIH”, dijo José Antonio López, investigador del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa y profesor de microbiología en la Universidad Autónoma de Madrid.
La vacuna Pfizer-BioNTech fue la primera en recibir autorización de emergencia de los reguladores británicos el 2 de diciembre.
