Por: Andrea Casco
Dicen que el secreto de la felicidad es ser congruente con lo que uno hace, dice y piensa. Desde hace tiempo que comencé a escribir decidí compartirles historias, relatos y vivencias que surgen mientras me encuentro en el trabajo de campo.
Ya sea mías, de mis compañeros, amigos o entrevistados. Si hay algo maravilloso de esta profesión es que a diario conozco al menos a cinco personas en promedio, pueden ser más, todas una vida que merece ser contada.
Por ejemplo, la extraordinaria historia de don Mario Flores, a quien conocí en el año 2022, tuvo la amabilidad de compartirnos parte con de su pasado y de su vida actual, perdió ambas piernas en un accidente mientras brindaba sus servicios como talachero.
Después del apoyo incondicional de su familia y terapia psicológica, logró salir adelante. Continúa trabajando apoyado con una silla de ruedas. Estar cerca de las actividades del Sistema Estatal DIF, me permitió constatar múltiples entregas de aparatos ortopédicos, sillas de ruedas, muletas, andaderas, bastones, prótesis de piernas y brazos.
Estas últimas regresaban la movilidad a las y a los beneficiarios, al mismo tiempo les permitía retomar su cotidianidad, tanto laboral como al resto de entorno. Les regresó la sonrisa. Cada historia era única. Y mientras más los conocía, más me daba cuenta de que había cometido un error, que no todos y todas “Andamos a pie” como el nombre que acompañaba a esta columna, más bien; “Andamos el camino” ese que decidimos trazar con cada experiencia, lo más importante es andarlo sea cual sea la circunstancia y no quedarse estático ante el pasar de la vida.
Es por eso, que ahora este espacio cambiará de nombre. Después de todo como dice Joan Manuel Serrat ” Caminante, no hay camino: se hace camino al andar”. Al andar, se hace camino y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar”.
¿nos leemos el próximo lunes? @Andy_Casco
