Sicom opina con...
Deporte A Fondo | Siempre hay algo que festejar
Publicado
hace 7 mesesPor
SICOM NoticiasLa columna de Antonio Abascal
Pensé escribir sobre el octogésimo aniversario del Puebla de la Franja, pero la frase “no hay nada que festejar” retumbó muchas veces; pensé escribir sobre César Luis Menotti, el filósofo del futbol que tocó tantas mentes a través de su trabajo en la cancha y fuera de ella con sus participaciones en buenos programas de análisis deportivo como “Los Protagonistas” o su entrevista en “En Caliente” cuando dejó la selección mexicana en un acto de congruencia; pensé escribir sobre las tradiciones en el futbol como el recuerdo que año con año hace el capitán del Torino de los fallecidos en la tragedia de Superga que el sábado 4 de mayo conmemoró el septuagésimo quinto aniversario del momento que cambió al futbol italiano.
Incluso pensé en escribir de la forma en la que reaccionó el River Plate para honrar a ese Torino dejando la liga argentina para viajar y jugar un partido a beneficio de os familiares de los jugadores que habían fallecido.
Al final esa franja roja que usa el River Plate puede ser una conexión entre las historias. Hay distintas versiones de las causas de la franja roja en la playera de los llamados “millonarios”, algunas tan remotas como la de 1904 cuando Catalina Salvarezza, madre de Luis y Enrique Salvarezza cosió la misma de forma diagonal luego de que en el carnaval, de una vieja carroza llamada “Los habitantes del infierno” colgaba una cinta roja de seda, un grupo de jugadores de River decidió robarla para adornar su playera, la cruzaron diagonalmente, la sujetaron con alfileres y así nació uno de los símbolos distintivos del equipo que entonces todavía era amateur. La otra versión conecta con el origen del club ya que nació en el barrio de “La Boca” donde la mayoría de sus habitantes eran inmigrantes genoveses, por lo que algunos consideran la franja está tomada de los colores de San Jorge, que incluye una cruz roja en un fondo blanco, la cruz es emblema de Génova por lo que el rojo y el blanco habrían sido tomados debido a que los miembros originales del club eran de origen genovés. La playera con franja se retomó en 1932 cuando el directivo Antonio Vespucio Liberti entregó una por una a los jugadores la playera con la franja roja: “Cuídenla mucho, porque esta es la camiseta de River”, dando pie a una serie de grandes resultados que ayudarían a crear la leyenda de los “millonarios” y luego a ese equipo denominado “la máquina”, justamente la generación que honró al Torino con ese viaje exprés.
La franja roja y “la máquina” conectan con un equipo fundado en México por la colonia española gracias al liderazgo del empresario Joaquín Díaz Loredo, un asturiano avecindado en Puebla, apasionado del futbol y que se atrevió a dar el paso del futbol amateur que todos los domingos se jugaba en Puebla al futbol profesional en la primera liga con esas características; como asturiano era seguidor del Sporting de Gijón (fundado el 1 de julio de 1905) que tiene como uniforme camiseta a rayas verticales rojas y blancas, representando los colores de la bandera de Gijón, pantalones blancos (que luego cambiaron a azules) y calcetas rojas.
Pero en México ese uniforme pertenecía a las Chivas Rayadas del Guadalajara por lo que el equipo poblano tenía que buscar otro; como aficionado al futbol, don Joaquín conocía las hazañas de un equipo que entre 1941 y 1942 ganó varios títulos por lo que el periodista uruguayo, Ricardo Lorenzo Rodríguez “Borocotó” en la revista “El Gráfico” lo apodó la “máquina” al señalar: “jugó como una máquina el puntero”. Don Joaquín decidió colocar una franja en honor al River Plate aunque le cambió el sentido para permitir que el escudo del equipo siempre estuviera a la altura del corazón de los jugadores y le cambió el color, mismo que fue azul en honor de la talavera poblana por lo que el tono debe ser cercano al de esa artesanía característica de la ciudad de Puebla; la franja poblana había nacido para iniciar su aventura en el futbol mexicano, una aventura que tendría un punto de partida con mucho peso por la calidad de jugadores que contrató desde un guardameta español con paso por el Barcelona hasta un medio centro que era parte importante de esa “máquina” del River Plate y de la selección argentina, Renato Bruno Rodolfi, junto con otros futbolistas que aparecen en relatos sobre adelantos tácticos para el futbol internacional como Eladio Vaschetto ya que Dante Panzerri en su libro “Futbol: Dinámica de lo impensado” describe su función como extremo: “quedó tuberculoso de tanto bajar y subir”, mientras que años más tarde Martí Perarnau en “Evolución táctica del futbol” destaca: “Renato Cesarini primero y luego Eladio Vaschetto más tarde incorporan a nuestro futbol el interior peón”.
Vaschetto anotó el primer gol del Puebla de la Franja en partido de liga el 20 de agosto de 1944 cuando se impuso 5-2 al Atlas, mientras que Rodolfi fue el péndulo del equipo en esas primeras campañas donde el técnico era el español, Eduardo Morilla ganando la Copa de México de forma inmediata con un 6-4 sobre el América con un encabezado de Manuel Seyde en el que destacaba el “triunfo del futbol frente al hachazo”, subcampeón de liga en esa misma 44-45 inició una historia que mañana cumplirá ochenta de años de vida.
El Puebla ha pasado etapas brillantes, esa inicial.
Los ochenta y los primeros noventa, épocas de vacas flacas tras la Copa México de 1953 hasta el incendio de “El Mirador” que obligó un largo receso hasta que la tradición que inició don Joaquín pudo ser continuada por jóvenes empresarios que retomaron la tradición en el Estadio Zaragoza en segunda división, les costó seis años hasta que en 1970 ya con un escenario más que digno y acorde a esta ciudad el equipo de la Franja regresó a la Primera División para vivir unos años de mucho esfuerzo y consolidación, con salvaciones dramáticas para no caer a segunda división pero comunicando lucha, entrega y con capacidad para retar a los poderosos de la época. Vinieron los campeonatos.
Las liguillas consecutivas, las figuras y la persecución que acabó con esa Franja que retaba dentro y fuera de la cancha.
Las vacas flacas llegaron y parecen que no se quieren ir, descensos, escándalos en el peor momento ya que coincidió con el crecimiento de la ciudad, la llegada de muchas personas distintas partes de la República, los malos resultados se sumaron y el Estadio Cuauhtémoc se convirtió en el jardín de equipos que antes sufrían como América, Cruz Azul, Pumas y Chivas. De ese Puebla de los ochenta que parecía ser el segundo equipo de provincia (tras las Chivas) en retar a los poderosos, la Franja ha perdido terreno con al menos Pachuca, Tigres y Monterrey. Juárez anuncia partidos amistosos internacionales, San Luis a un entrenador catalán con un pasado ilustre como parte de los cuerpos técnicos de Pep Guardiola en el Barcelona, Bayern Múnich y Manchester City, mientras que el Puebla sigue sin atractivo para las grandes inversiones por no tener instalaciones propias, por lo que vive con una nómina barata sin importar mucho en la esfera nacional, con una afición cada vez más grande en promedio de edad y harta de ver cómo a su directiva no le interesa trascender en lo deportivo. En 1994 cuando cumplió cincuenta años, la efeméride le pasó de noche a los Thoma Kiwus, en ese momento encargados del club, cuando cumplió sesenta Paco Bernat sufría para mantener la categoría por lo que no había mucho para festejar, cuando llegó a los setenta los López Chargoy sí hicieron una serie de actividades, hubo una playera conmemorativa pero las urgencias en la cancha no permitieron festejos mayores, la actual directiva sí apostó por un mayor festejo en los 75 años con la presencia del Betis de Sevilla, un libro conmemorativo y un reconocimiento para jugadores importantes, sobre todo del campeonísimo de la 89-90, pero hoy que se ha vivido el peor torneo de la historia el hermetismo se ha apoderado de una directiva que tampoco ha brillado por su capacidad comunicativa.
Ochenta años no se cumplen siempre y aunque no haya mucho que festejar en cuanto a resultados y a explicaciones tras el peor torneo de la historia, convendría no ser mal agradecido con don Joaquín Díaz Loredo y con esos estupendos jugadores que siempre han portado la Franja, así como con personajes como Manolo Lapuente, clave como jugador en los setenta, como directivo y como entrenador el único que le ha dado títulos de liga a esta institución. A jugadores como Arturo Álvarez y Arturo Orozco quienes han sido los únicos en ganar los dos títulos de liga en la cancha, o Marcelino Bernal que hizo dos goles que valieron dos títulos de copa en la 87-88 y en la 89-90.
Figuras como Emilio Maurer en la directiva por su empuje, por su forma de luchar, porque no sólo revolucionó al Puebla sino al futbol mexicano trayendo un entrenador de gran jerarquía como César Luis Menotti (campeón del mundo en Argentina 78). Si la máquina de River conecta con los inicios del Puebla, un personaje de ese equipo conecta con Menotti y su legado en el futbol, mientras que un poblano como Emilio Maurer fue fundamental para la revolución en el futbol mexicano que significó el estratega argentino.
César Luis Menotti fue un buen jugador, un técnico adelantado a su tiempo que cambió a la selección argentina, que revolucionó a México y que dejó algunos cimientos en Barcelona, pero más allá de esos grandes resultados, fue un hombre congruente, un enamorado del futbol al que defendió en cada foro en el que estuvo, fue defensor del aficionado a través del juego, del buen trato al balón, de apostar por la ofensiva, a él no le iba “ganar como sea” y esa idea estuvo siempre presente incluso en su labor como coordinador de las selecciones argentinas donde recomendó dar contrato a Lionel Scaloni para que se hiciera cargo del proceso rumbo a Qatar 2022. Gracias a Maurer, Menotti trabajó casi dos años en México y en ese poco tiempo cambió la mentalidad del jugador mexicano, el parteaguas es muy claro: Antes de Menotti, nunca se había clasificado a una segunda ronda mundialista fuera de casa, tras Menotti vino la seguidilla que se interrumpió en Qatar. El rosarino no pudo trabajar más porque el Imperio persiguió a Maurer, al Puebla y al quitarlos de en medio, Menotti prefirió renunciar, pero ya había dejado una semilla que se sigue sin reconocer mucho en Chapultepec 18. Esa congruencia que demostró Menotti lo acompañó toda su vida para defender el futbol de la gente, ese que le había inculcado Adolfo Pedernera, integrante de la máquina de River como delantero.
Menotti siempre confesó la influencia que tuvo Pedernera en él, a través de la frase que dedicó a sus jugadores en Argentina 78: “dos cortas y una larga”, refiriéndose a los pases que deberían dar para abrir al rival.
La Máquina de River, conecta con Menotti y su legado, conecta con la Franja del Puebla y alguno de sus primeros jugadores que tuvo, Menotti conecta con Maurer uno de los mejores directivos que ha tenido no sólo el Puebla sino el futbol mexicano.
Ayer leía a muchas personas sumarse a las condolencias por la muerte de Menotti, desde Guardiola hasta su guardameta en dos mundiales, Ubaldo Matildo Fillol. Historiadores y periodistas en Barcelona, a una gran periodista argentina como Verónica Brunati quien además tuvo una relación muy cercana a través de charlas, todos destacan su inteligencia, su legado en la construcción de la identidad de juego argentina, pero Gabriel González (@gabochini) resumió el legado de César Luis: “Como personas que amamos este juego, tenemos la responsabilidad de recordar a Menotti. Siempre volver a Menotti. Ahí encontraremos luz”.
Menotti dirigió al Puebla en un hecho anecdótico (dos partidos) y triste, un ascenso frustrado, pero más allá de esa anécdota (también fungió como asesor de Lobos BUAP en Primera “A”), un servidor debe reconocer la admiración que siempre sintió por él. Desde que, como un niño de cinco años vio la final de Argentina 78, hasta su trabajo en la comisión de selecciones de Argentina. La responsabilidad de continuar el legado del argentino radica en intentar explicar el juego sin caer en los lugares comunes de las redes sociales y del periodismo deportivo actual.
Cuando empecé este artículo había muchas ideas desde las tradiciones del “Grande Torino”, la franja de River que conecta con la del Puebla y hablar del legado de Menotti, pero todo caía en un enorme pesimismo: “No hay nada que festejar”, pero al repasar muchos momentos relatados, muchos nombres propios (y muchos otros que se quedan en el tintero) la conclusión ha cambiado: Siempre se puede festejar un aniversario en el futbol porque si bien la historia no da campeonatos y mucho menos cambia resultados tan malos como los del Clausura 2024, sí nos ayuda a recordar que nuestro Puebla es un equipo de tradición, de enormes valores desde su fundación, que lleva la representación de la ciudad y de sus artesanías, la historia no da campeonatos pero ayuda a recobrar el orgullo perdido. Al hablar de legados también se inyectan dosis de orgullo y al final más allá de las catorce derrotas en diecisiete juegos, de los 43 goles en contra que representan un pésimo momento, al final eso es: Un pésimo instante en una historia de ochenta años, una historia milagrosa porque a pesar de un incendio que acabó con su primer estadio, a pesar de directivas muy malas, a pesar de la falta de instalaciones, a pesar de una afición cansada y “veterana”, el Puebla sigue estando ahí, mañana cumple ochenta años y todavía despierta sentimientos. Siempre hay algo que festejar: Estar vivo y la Franja que don Joaquín puso para honrar a la máquina de River sigue estando viva ochenta años después de su fundación.