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Deporte A Fondo | Desolación

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Sicom Opina Con… Antonio Abascal

La Real Academia de la Lengua Española define la palabra “desolación” de dos formas: Tristeza o aflicción intensas; o destrucción completa de algo; pues bien, esa palabra, “desolación” se puede aplicar en sus dos vertientes a lo que pasa en el Puebla de la Franja como institución donde el ciclón de malos resultados que arrancó en enero de 2024 y continua actualmente se ha llevado lo que construyó la propia directiva del Ajusco (estabilidad en la tabla de cocientes, regreso a las liguillas), pero no sólo eso ya se ha llevado la alegría la afición, su orgullo (que mantenía a pesar de dos descensos), ha convertido a la afición poblana en una que hace honor a una canción ochentera: “flaca, ojerosa, cansada, sin ilusiones” y a la que las nuevas generaciones, por más poblanas que sean, ven con ojos de tradición innecesaria. No me refiero a la porra o barra que se levantó antes de que terminara el partido ante Toluca, me refiero a la afición que está atenta a todos los partidos, que acostumbra ir al estadio o seguirlos por tele o radio cuando juega como visitante, esa afición está cansada no sólo de malos resultados, está cansada de la desidia que transmiten los equipos, con excepción de la sub 23. 

La semana pasada se dijo en este mismo espacio que esta ya era una de las épocas más oscuras en la historia del Puebla, hoy le presento una serie de datos que hace más grave la aseveración salvo porque en los dos casos precedentes la Franja descendió y hoy no existe ese que era un merecido castigo para las directivas que cometían errores continuados, por el contrario, sin ese castigo actualmente las directivas se pueden burlar de las aficiones. En el ciclo del Verano 98 al Verano 99, es decir tres torneos cortos, el Puebla ganó nueve partidos, empató trece y perdió veintinueve, era el equipo que el Invierno 98 contó con los cinco yugoslavos que sólo ganó dos juegos y perdió doce y que parecía había dejado una marca difícil de igualar; esa versión poblana terminó cayendo a la Primera “A” en el Verano 99, la primera vez que por la vía deportiva caía a la división menor, aunque la compra de la franquicia del Unión de Curtidores evitó jugar en dicho circuito y mantenerse, de manera injusta, en la Primera División.

Seis años más tarde se volvería a vivir el drama del descenso, los tres torneos que llevaron al nuevo hundimiento fueron el Clausura 2004, el Apertura 2005 y el Clausura 2005, en dicho período el Puebla ganó catorce juegos, empató quince y perdió veinticuatro, hubo dos juegos más ya que en el Clausura 2004 se disputaron diecinueve partidos porque había veinte equipos. En esa ocasión, el cuadro de la Franja y su afición sí tuvieron que soportar el hecho de jugar en la Primera “A” donde permaneció dos años y disputó cuatro torneos, con dos finales de ascenso, una perdida frente a los Gallos Blancos del Querétaro y la otra ganada frente a los Dorados de Sinaloa para regresar al máximo circuito

Convivir con el fantasma del descenso en varias ocasiones y gozar del gran oasis que fue la semifinal del Clausura 2009 ante Pumas.

Y los cuartos de final convertidos en una feria de goles frente a Cruz Azul en el Apertura 2009.

Parece mentira porque el fantasma del descenso ya no existe (derrotado por directivos que sólo entienden de balances comerciales), pero la versión actual del Puebla ya superó los malos resultados de sus predecesores que recibieron el máximo castigo deportivo, sobre todo ya superó al del primer descenso en 1999. Entre el Clausura 2024 y el Clausura 2025, el equipo de la Franja ha disputado 46 partidos, de los cuales ha perdido 33 (ya contando el del Toluca), sólo ha ganado siete y ha empatado seis. Las 33 derrotas son más que las veintinueve de 98-99 y todavía no ha acabado el actual certamen al que le restan cinco partidos ante rivales que pelean por acceder a la liguilla: El 29 de marzo visita a Juárez, noveno de la tabla general, el 4 de abril recibe a Tigres, tercero; el 12 de abril visita al León que ocupa el segundo puesto, repetirá fuera de casa el martes 15 de abril frente a las Chivas que se ubican en el décimo general y cerrará la temporada en casa frente al Necaxa de Larcamón que es sexto en puestos de clasificación directa a la liguilla, el 18 de abril; es decir, todos complicados para esperar un despertar y un cierre más decoroso.

El Puebla se ha llenado de mediocridad en todas sus áreas, los jugadores hablan y hablan, pero en la cancha sólo Emanuel Gularte honró sus palabras porque siendo el defensa central fue el que más peligro generó ante Toluca con un pase filtrado que desperdició Ricardo Marín cuando el juego estaba 0-1 y pudo significar el gol del empate porque el uruguayo lo dejó en mano a mano con el guardameta español, Pau López y luego ya con la loza de más goles en contra, el central charrúa alcanzó línea de fondo para mandar una raya de centro que no pudo empujar Luis Quiñones. De ahí en fuera, los jugadores saltan a la cancha para cumplir con el calendario, algunos sobrepasados por la falta de lógica en las alineaciones, otros como Pablo González no entienden qué deben hacer para mantenerse en la titularidad porque a pesar de sus actuaciones es el primero que regresa a la banca cuando otros se han equivocado más, incluso han regalado expulsiones, pero han recuperado la titularidad porque corren mucho como Facundo Waller.

Da la impresión de que ese es uno de los males que aqueja al equipo, se confundió entre intensidad y talento. El Puebla, como Waller, corre mucho, pero se equivoca en la decisión final, en la que hace que las jugadas trasciendan, a lo largo de la campaña el equipo se confundió entre intensidad y faltas continuas lo que le costó muchas tarjetas; incluso el viernes de una falta pegada a la banda se derivó el gol de la quiniela cuando los jugadores locales se metieron tanto que dejaron descubierto a Jesús Gallardo quien sacó un disparo pegado a la base del poste que hizo imposible el vuelo de Julio González, quien debutó en la cabaña poblana. Confundidos los jugadores por decisiones de su técnico o por no tener una explicación clara del concepto intensidad, a la par de otros que han visto cómo los ponen en posiciones que no son la que dominan como Brayan Garnica quien cuando apareció contra Mazatlán pegado a la banda derecha causó mucho peligro, pero luego fue relegado y el viernes pasado apareció, pero como carrilero por derecha, obligado por su propio estratega a realizar grandes recorridos sin causar daño en el rival.

A estas situaciones se le suma la necedad de convertir un hecho puntual, una necesidad que se solventó en su momento, en una cotidiana: Gustavo Ferrareis quien llegó al futbol mexicano como un elemento ofensivo, tuvo que aparecer como carrilero por derecha por la lesión de George Corral, cumplió en lo general y a partir de ese momento todos los técnicos que han pasado han insistido en el brasileño como carrilero a pesar de que no ha podido desarrollar un oficio defensivo, el viernes pasado, Pablo Guede pareció adelantarlo, pero su idea fue tibia porque en el mediocampo tampoco trascendió ya que se centraba mucho cuando el Puebla atacaba. Los problemas aumentan porque en realidad no ha existido un proyecto deportivo desde que los Incera y su grupo dejaron la institución, pero además a algunos no se les ha dejado trabajar como Ángel Luis Catalina quien nunca pudo colocar a un hombre de su confianza en el banquillo porque José Manuel de la Torre llegó por órdenes institucionales del Ajusco y Pablo Guede por instancias del director general, Gabriel Saucedo, quien por cierto también colocó al director técnico del equipo femenil, Carlos Adrián Morales: Los peores números en la historia del equipo varonil coinciden con los peores números del femenil lo que habla de que institucionalmente se ha trabajado muy mal.

Igualmente, la postura de los técnicos ya es francamente cínica: Pablo Guede espera una decisión de la directiva para recibir su finiquito e irse tras otro trabajo lleno de malos resultados en México como sucedió en Tijuana y Necaxa; el argentino nunca supo a dónde llegó, siempre trabajó como si tuviera mucho tiempo, como si no estuviera presionado por el cociente para pagar una de las multas, por eso decía que su equipo crecía, que iba aprendiendo, tampoco supo reconducir el barco tras la remontada del Atlas que parece fue el golpe que dejó noqueado al equipo de la Franja y tras ello se dedicó a poner pretextos, mientras sus decisiones en la cancha en la confección de las alineaciones y en los cambios perdieron toda lógica. Su rueda de prensa tras perder ante Toluca donde aplaudió a Gabriel Saucedo por bajar a hablar con los jugadores fue un acto de cinismo, porque en una semana en la que los jugadores hablaron públicamente y dijeron respaldarlo, el director general habló internamente y el resultado fue el mismo, además con situaciones que demuestran que la situación es más compleja de la que admitió Gularte en la comparecencia del jueves por la noche: Al terminar el partido, Gularte y Arce se quedaron en cuclillas, otros simplemente caminaron y saludaron a los toluqueños, mientras que Moyano llegó a decirle algo a Fedorco quien primero aguantó a su compañero y luego le dio dos empujoncitos para terminar la discusión, pero Moyano insistía.

Mientras Guede tiró de lugares comunes y mostró una tranquilidad chocante para una afición desesperada, Carlos Adrián Morales repitió sentir vergüenza por la mala campaña de su equipo en el femenil, adelantó que habrá cambios y dijo que ya se trabaja en un proyecto, lo cual es otra burla para la afición que ha visto que su equipo no ha ganado (es el único), sumado tres empates y diez derrotas; ayer no fue goleado porque el Pachuca no quiso y falló nueve ocasiones claras, pero él habló de que su equipo generó tres llegadas para empatar.

¿No se supone que él forma parte de ese proyecto para esta campaña? ¿No se sintieron tan sabios para tirar lo poco que se había construido por el anterior director deportivo para la rama femenil de la institución? Así el Puebla acumula malos resultados en ambas ramas, pero sus técnicos muestran una actitud cínica, que ya hasta parece burla para esa afición poblana cansada de derrotas. El Puebla femenil es último lugar de la tabla, es el único que no ha ganado, es la peor ofensiva con sólo cinco goles (dos autogoles) en trece partidos y es la segunda peor defensiva con 36 tantos en contra, pero el técnico va de plaza en plaza reconociendo “sentir vergüenza” y tiene la desfachatez de anunciar que ahora sí habrá un proyecto para el femenil.

Una acción del juego contra Pachuca revela el desorden que es el Puebla: Perdiendo 1-0, Carlos Adrián Morales puso a calentar a Sebelle Rojas desde antes de terminar el primer tiempo; en el descanso, la jugadora continuó con su trabajo por lo que parecía que habría cambio para arrancar la segunda mitad; Rojas Cárdenas ya estaba lista en la banda, su compañera, Joselyn Solís fue a la banca con la casaca puesta, pero en un instante, Solís tuvo que entrar al campo porque la árbitra ya iba a reiniciar, Sebelle tuvo que ponerse un instante la casaca, luego se la retiró bastante molesta y al minuto ingresó. La razón de esta tardanza es que la tarjeta de cambio no estaba lista porque se la quedó el auxiliar técnico, Sigifredo Mercado quien salió tarde para el segundo tiempo. Fue un instante, puede parecer un hecho menor, pero en realidad muestra el desorden institucional que se vive en el Puebla.

Jugadores que gustan de hablar en conferencias de prensa, pero en la cancha cometen error tras error, un director deportivo atado de manos, un director de fuerzas básicas lleno de arrogancia, dos técnicos apapachados por la dirección general, un director general que ha estado más pendiente de fiscalizar a los trabajadores del club que de poner un verdadero orden porque si en este lapso de casi dieciocho meses han pasado cinco técnicos y para esta campaña se apoyó al estratega cumpliéndole con los jugadores que pidió, dos directores deportivos, dos directores de fuerzas básicas, dos estrategas femeniles y los resultados no mejoran, hay que voltear hacia las cúpulas: La que diariamente decide desde Puebla y la que está en el Ajusco contenta de tener un contenido televisivo que atrae anunciantes, pero a la que no le interesa crecer en el plano deportivo para la cual la afición es un cliente al que se le puede ofrecer playeras y entradas, pero que no le interesa en cuanto a lo que pueda sentir.

Por eso desde el viernes en el plano futbolístico hay desolación en Puebla, hay una profunda tristeza de los aficionados más recalcitrantes porque ya no ven salidas ante la mediocridad de la Franja; ellos sienten que ven en ruinas la tradición y el orgullo de su equipo, que incluso las épocas de gloria están tan lejanas que ya no hay forma de comunicar esa grandeza a las nuevas generaciones. El ciclón de malos resultados arrasó con todo lo bueno y sólo queda una mediocridad insoportable y una afición cansada a la espera de que el suplicio en el que se ha convertido el andar del Puebla finalice.