Sicom opina con...
Deporte a Fondo – Al maestro con cariño
Publicado
hace 11 mesesPor
SICOM NoticiasLa columna de Antonio Abascal
Manolo Lapuente suele decir que nació el mismo año que el Puebla de la Franja (1944), su nombre está ligado al equipo de esta ciudad como lo está al Necaxa y al América escuadras con los que consiguió campeonatos como entrenador, pero su trayectoria también es vasta como jugador, militó en Monterrey, Necaxa, Puebla y Atlas y en todos vivió momentos importantes hasta su retiro en 1975 en una carrera de once años. Ahora que se habla con mucha facilidad de leyendas, Lapuente Díaz lo es de varios equipos, Lapuente Díaz sí es una leyenda del futbol mexicano que el próximo miércoles recibirá un homenaje por parte de la Federación Mexicana de Futbol en su sede, Toluca. Lapuente Díaz es el hombre que el 25 de febrero de 1973 le marcó tres goles al América en el Estadio Cuauhtémoc para que el Puebla ganara 3-2 en un partido en que el árbitro Arturo Yamasaki ordenó su repetición desde el inicio, Lapuente Díaz es el alumno de Ignacio Trelles, Lapuente Díaz es el único técnico que ha hecho campeón de liga al equipo de la Franja.
La Real Academia de la Lengua Española define la palabra “leyenda” como persona o cosa muy admirada y que se recuerda con el paso del tiempo. Nadie encarna de manera exacta esta definición como Manolo Lapuente, esos tres goles al América en un partido que no contó, del que los archivos en video no se encuentran (hace unos años el propio Manolo Lapuente pedía que si alguien tenía esos goles se los pasaran) son parte de la historia viva del Puebla, esa que se ha contado de generación en generación, esa que se ha repetido en los medios de comunicación desde las voces de don Enrique Montero Ponce, Isaac Wolfson u Horacio Reiba, entre tantos otros.
La forma en la que llegó a la dirección técnica para dirigir a un equipo formado al cuarto para las doce y que se había salvado de un cambio de sede, un equipo al que muchos vaticinaban el descenso para convertirlo en campeón de liga por primera vez, la forma en la que regresó para dirigir un equipo lleno de extraordinarios futbolistas pero que se había quedado corto un año atrás para empezar a moldearlo, para soportar las comparaciones y las críticas para explotar en la fase final y conseguir otro campeonato al que se sumó la Copa para construir a un “campeonísimo” forma parte de su leyenda; incluso su tercera incursión en el Puebla tras dirigir un ratito a la selección nacional, esa escuadra que ya no tenía tantas figuras, que otra vez se hablaba de no descender para convertirla en un equipo competitivo que clasificó a la liguilla para eliminar a Chivas y al poderoso Necaxa de Saporiti antes de sucumbir en una final muy cerrada ante el León de Vucetich dejando la sensación de que el aguacero en la ida celebrada en Puebla modificó por completo el destino de esa serie ya que la Franja no pudo tomar ventaja en casa porque el campo de juego no dejaba que se hiciera un buen futbol.
Todo eso forma parte de la leyenda de Manolo Lapuente, la pancarta en la final de la 89-90 con la frase “Perdónanos Manolo”, también. Son imágenes imborrables para los aficionados de la Franja y creo que aquí está la clave: Para los que vieron a Lapuente como jugador, para los que vivimos esos días de gloria como técnico, pero también para las nuevas generaciones que sólo tienen los relatos para conocer la época de mayor protagonismo del club, por eso nadie como Lapuente Díaz para demostrar la definición de la Real Academia de la Lengua Española.
Cuando uno habla con los jugadores que dirigió su leyenda crece más. Todos concuerdan que Manolo Lapuente fue el mejor técnico que los dirigió, leía una entrevista que les hicieron a los necaxistas Alex Aguinaga y Uwe Wolf, ambos destacaban la claridad para explicar sus ideas, pero sobre todo su cercanía con el jugador; desde Alemania, Wolf señala que cuando ha estado al frente de un banquillo ha tratado de estar cerca de los futbolistas como Manolo solía hacerlo. Cuando uno habla con los hombres que dirigió en Puebla como Luis Enrique Fernández (del cual primero fue compañero como jugador), Ángel Ramos, Paúl Moreno, Guillermo Cosío, Carlos Poblete y Jorge Aravena entre otros, hay coincidencias muy marcadas entre ellos y con los necaxistas ya mencionados: Su claridad para explicar lo que quería en la cancha, su cercanía con los jugadores y algunos agregan su inteligencia para alcanzar el bien común, es decir, el del equipo.
Así lo explicaba Paúl Moreno quien también recuerda que fue una de las primeras personas con las que habló a su llegada a Puebla. Moreno Altamirano procedía del Salamanca, lo había seguido Toño Figueroa (qepd) y llegó a la Angelópolis junto con la “Rana” González. Ambos reportaron en las oficinas del club que se encontraban en el edificio “Diana” (ubicado en la Avenida Juárez, esquina con 25 sur) y en el elevador coincidieron con Manolo quien los saludó y pensó que Paúl era la “Rana” y viceversa ya que tenía muy claras las referencias que Toño Figueroa había dado del extremo. En ese momento Lapuente Díaz era el vicepresidente del equipo que iba a ser dirigido por el catalán Joaquín Rifé, era el Puebla de los españoles pero la devaluación de 1982 obligó a la venta del equipo, la salvación por parte del Gobierno del Estado, el armado a la desesperada sin contar con las figuras españolas y la decisión de mandar a la banquillo a Manolo. El propio Paúl comenta como Lapuente lo fue llevando poco a poco a pesar de que él quería jugar, siempre pensando en el bien del equipo. También recuerda que alguna ocasión fue a Salamanca y Manolo le dijo que tenía que definir sus prioridades, tras lo cual tomó sus cosas y de inmediato viajó de regreso a Puebla.
Como jugador inició en Monterrey, equipo para el cual jugó dos temporadas para enrolarse con el Necaxa con ellos disputó cinco temporadas con ochenta y cuatro juegos con veintisiete goles, se desempeñaba como medio ofensivo, era hábil, rápido, inteligente, Emmanuel Couttolenc destacaba su manejo de ambos perfiles. Llegó al Puebla para la 70-71 en donde participó en veinte juegos, cinco completos con un gol, en la 71-72 marcó siete tantos, más uno en la Copa, en la 72-73 fueron 31 partidos, dieciocho completos y ocho tantos. Un año más tarde fueron 33 juegos, 27 completos con siete tantos, fue en esas campañas cuando coincidió con Nacho Trelles, una influencia que nunca escondió, en cada oportunidad relataba que ya había perdido la motivación, que estaba sopesando el retiro y que se sentía decepcionado hasta que llegó Trelles, le cambió la perspectiva, le hizo descubrir situaciones y a partir de ahí quiso ser director técnico. En total jugó 120 partidos para la Franja, 66 completos con 25 goles y una expulsión; tras retirarse en Atlas regresó al Puebla después de la 77-78 como secretario técnico.
Pese a su cargo fue en la 78-79 cuando tuvo su primera experiencia en el banquillo ya que tuvo que entrar al quite en lugar de Ricardo Juan Faccio quien un día antes del partido ante Veracruz en el puerto presentó su renuncia. Lapuente hizo una dupla con Toño Figueroa, el 26 de noviembre de 1978 su debut se saldó con un triunfo de 2-0 con los goles de Hugo Fernández (qepd) al 77 y de Juan Manuel Borbolla al 87, una semana más tarde el Puebla en casa empató a uno con el Zacatepec que se había puesto en ventaja con el gol del “Harapos” Morales al quince, pero un tanto de Gerardo McFarland al 88 salvó a la Franja de la derrota, tras lo cual el brasileño Carlito Peters se hizo cargo de la dirección técnica y Manolo regresó a la oficina.
Jorge Suárez se convirtió en el socio mayoritario del Puebla, dejó a Manolo en la vicepresidencia, trajo a Benito Pardo y ambos viajaron a Brasil para contratar a los brasileños Muricy Ramalho, del Sao Paolo, y Manoel Ricardo “Picolé” del Palmeiras, también se reforzó con Jesús “Pimienta” Rico del Atlético Español. Rafael Albrecht tomó la dirección técnica. Fue la temporada en la que se estrenó el himno del equipo, pero el timonel argentino sólo estuvo tres fechas, un empate ante Atlas en el que debutó Muricy, una derrota de 3-0 frente a Atlante en el que debutó Picolé y una derrota en casa frente a Curtidores en el cual Silvio Fogel falló un penal; nuevamente Manolo bajó al banquillo para quedarse casi toda la temporada, debutó el 13 de octubre de 1979 con triunfo en el Azteca por 2-1 ante el Atlético Español con otro gol de Hugo Fernández y otro de Borbolla, por cierto, Manolo fue expulsado. Su balance fue de once victorias, diez empates y catorce derrotas con 55 goles a favor y 57 en contra.
Al terminar la campaña se dio la contratación de “Pirri”, procedente del Real Madrid, la del alemán Axel Bierbaum para hacerse cargo de la preparación física, se sumaron Hugo Cabezas, Álvaro Sigueiro y Gustavo Beltrán, el joven Arturo Álvarez llegó procedente del Atlético Español, más tarde se sumó a Jesús Ramírez de Pumas y a Juan Manuel Asensi del Barcelona, la escuadra fue dirigida por el brasileño Dino Sani (campeón del mundo como jugador en Suecia 58) y tras su salida por Leonel Urbina. Para la 81-82 se consiguió la llegada de Ángel Ramos quien había jugado en el Toluca como extremo. El propio Ramos relata que fue Manolo Lapuente el hombre encargado de entablar contacto con él: “Un día me avisaron que el Puebla estaba interesado en mis servicios y que si quería platicar con ellos, a mi extrañó porque Toluca no me dejaba salir, dije que sí y hablé con Manolo quien me preguntó que si quería ir a Puebla a lo que contesté que sí y entonces me dijo “es lo que quería saber”, no te preocupes, yo me encargo”, Ramos sería una pieza importante en la 81-82 jugando 33 partidos, 17 completos y dos goles, uno en Toluca para ganar en “La Bombonera”, el 7 de febrero de 1982, pero lo sería más con Manolo en la banca en la 82-83 ya que Ramos jugó todos los partidos, 38, en distintas posiciones por lo que fue conocido como “el comodín de lujo”, veinte fueron completos y anotó cuatro goles; en la liguilla apareció en los seis, con cuatro completos
Manolo Lapuente ganó dos campeonatos de liga con el Puebla, en la 89-90 vivió dos momentos álgidos con Emilio Maurer cuando en plena temporada regular el directivo se molestó por una derrota y pidió explicaciones a lo que el timonel contestó: “¿Quieres el campeonato o el superliderato?” a lo que Maurer Espinosa dijo: “El campeonato” y Manolo remató: “Entonces déjame trabajar”. La otra fue tras perder la ida de los cuartos de final ante Correcaminos por 3-1, otra vez Maurer bajó molesto y empezó a regañar a los jugadores, pero Lapuente lo frenó, le dijo que el equipo iba a ser campeón y que en el vestuario se iban a quedar sólo aquellos que lo creyeran.
Más tarde regresó al equipo para lograr un subcampeonato inesperado para acrecentar su leyenda antes de construir a otro “campeonísimo”.
El Necaxa de los noventa.
Y para construir una selección mexicana recordada por su juego y por su capacidad de lucha.
El estilo de Lapuente algunas veces no gustaba, pero otros como Carlos Poblete destacan no sólo su inteligencia sino que lo consideran un adelantado. Ya que ese Puebla de la 89-90 hubo muchos partidos que jugó con línea de tres centrales lo cual no era común, aunque fue Ricardo Lavolpe quien la “patentó”. Al final nos podríamos centrar en las estadísticas, o en los títulos, pero el verdadero legado de Manolo Lapuente es la forma en la que es recordado por compañeros y por dirigidos, la leyenda del Puebla ha sido una persona que ha influenciado al futbol mexicano: Para ellos ha sido un maestro, de la misma manera en que Nacho Trelles fue un maestro para él, por eso es más que merecido el reconocimiento que hará la Federación de Futbol: Lapuente es uno de los más importantes maestros para el futbol mexicano.