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De Lengua Me Como Un Plato | Sueño de Potosí

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La columna de Tatiana Bernaldez

Antes de tener el sueño americano, tuve un sueño.

Yo le llamo desde 2010, el sueño de Potosí.

Puse aquel nombre porque ese mismo año viajé a Bolivia.

Desde 2009 había tomado la decisión de recorrer el Continente para descubrir la América Profunda. La América de la que hablaba Bonfil Batalla.

Años anteriores, fantaseaba con las canciones de Manu Chao. Sus clásicos aluden a la realidad mágica del Continente.

Otra tormenta de inspiración fue Eduardo Galeano.

Recuerdo que leí el insuperable libro: ‘Las venas abiertas de América Latina’ durante el recorrido estruendoso que atraviesa el desierto peruano.

Las noches y los días durmiendo con el mismo paisaje hicieron que terminara el libro en un par de semanas. Lo comencé de Tumbes a Lima y lo terminé en Potosí, con el cerro como escenario de lo que las letras podrían construir en imágenes.

El cerro de Potosí es muy famoso. Porque es una de las montañas más explotadas de la historia después de la llegada de los europeos a América.

También conocido como Cerro Rico, el Cerro de Potosí es llamado Urqu P’utuqsi en lengua Aymara. Significa, cerro que brota plata. Se ubica en la ciudad de Potosí, Bolivia, lo que antiguamente se llamaba Villa Imperial de Potosí.

Lo primero que me impactó fue conocer en persona aquello que leía en la obra de Galeano. No podía creer que mis ojos degustaran años después, lo que el autor desglosó desde su visión crítica de la historia amerindia.

Lo segundo que me impactó y que recuerdo detalladamente, fue que, al caminar hacia el centro de la ciudad, donde se encuentra el famoso cerro. Había una parte de la calle en obra negra, pero en lugar de albañiles trabajando con ropa desquebrajada. Las personas que estaban reparando la calle eran ‘cholitas’ o sea, mujeres indígenas con polleras tradicionales y la vestimenta colorida completa, pero manchada por los materiales opacos de la construcción.

En ese momento comprendí la subjetividad del relato de Galeano. Era una consecuencia de la historia de explotación del lugar.

Me sorprendió tanto ver a mujeres indígenas con sus vestimentas haciendo labores de albañilería que intenté grabarlas. Aunque resultaba más interesante grabar la normalidad con que la gente pasaba a su lado.

Realmente estaba normalizada esa imagen.

Grabé un poco y giré la mirada hacia el famoso Cerro Rico. El Cerro de Potosí que más bien a estas alturas del siglo XXI parecía un globo desinflado.

El pueblo se formó después del cerro, entonces estamos hablando de una ciudad minera. Tenía las vetas de plata más importantes del mundo desde el siglo XVI. Incluso fue considerada la fuente de plata más rica en la historia de la humanidad.

De esta mina se dice que salió el 80% de la plata de todo el mundo, lo cual aumentó la riqueza del globo entero.

Una energía sustituye otra.

Eduardo Galeano relató que en aquellos tiempos se decía que el cerro tenía tanta plata que se podía hacer un puente de Bolivia a España. Incluso, lo extraído ayudó a financiar algunas ciudades importantes y maravillas del mundo.

Cronistas como Garcilaso de la Vega describen la importancia del cerro y de la región de acuerdo a sus atributos en metalurgia. Los indios del postclásico no podían ignorar la capacidad de la montaña, pero decidieron no explotarla. Además, los metales preciosos solamente eran utilizados para ofrendas suntuarias.

Soñé Potosí
Soñé que despertaba en medio del sueño americano
Pensaré que el oro o la plata no le pertenece a alguien
Quizás ni a un suelo boliviano.

Un dispositivo incrustado en mente
Una deuda de propiedad milenaria
Lo que antes era sagrado se convirtió en dominio público
No tendremos remedio mas que acostumbrarnos a lo desacostumbrado
Sustituiremos oro por rodio
Al estilo gitano
Bolivia será colonia
El oro ya es blanco y se llama litio
La plata se devalúa
Nos queda estaño
O quizás el sueño negro del coltán africano
Sobre explotación infantil en el tercer mundo
En los llanos donde no llegan los Derechos Humanos
Y mucho menos la seguridad social que atormenta
Somete
Entre más injusticias más derechos
Soñé con la montaña de plata, con el río.
Desperté en Potosí, con los ojos humillados y las polleras enlodadas de feminismo.