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Cultura

Carlos Monsiváis; una vida consecuente entre letras, gatos y militancia

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Nacido en 1938 en la ciudad de México, inició de manera temprana su trayectoria como escritor, periodista y editor. Sus primeros pasos en el mundo de las letras se dieron en las revistas Medio Siglo y Estaciones.

Redacción

Caso omiso, Posmoderna, Pío Nonoalco, Copelas o maullas, Monja desmatecada, Fray Gatolomé de las bardas, Carmelita Romero, Evasiva, Nana Nina Ricci, Chocorrol, Fetiche de peluche, Mito genial, Ansia de militancia, Miau Tse Tung, Miss oginia, Miss antropía, Zulema Maraima, Voto de castidad, Catzinger y Peligro para México son solo algunos nombres de los gatos que acompañaron a Carlos Monsiváis en sus días dedicados a devorar libros, a analizar la cultura mexicana y latinoamericana, a coleccionar miles de piezas que dan cuenta de la historia de nuestro país y a contribuir a sentar y alimentar los pilares de diversos movimientos sociales que dieron origen al México democrático contemporáneo. 

Nacido en 1938 en la ciudad de México, Carlos Monsiváis inició de manera temprana su trayectoria como escritor, periodista y editor. Sus primeros pasos en el mundo de las letras se dieron en las revistas Medio Siglo y Estaciones, para posteriormente trabajar como director del suplemento La Cultura en México de la revista Siempre!. 

Como notable cronista, Monsiváis es autor de grandes títulos como Días de guardar (1970), Amor perdido (1977), Entrada libre (1987), Escenas de pudor y liviandad (1988), Los rituales del caos (1995), El 68, la tradición de la resistencia (2008) y Apocalipstick (2009); textos en los que el autor capturó el dinamismo de la sociedad mexicana en todas sus aristas: la política, los movimientos sociales, la cultura popular, el poder, los grandes personajes históricos, las costumbres, la moral y el erotismo. Su habilidad para capturar el devenir histórico de nuestro país se manifestó en él de manera temprana, pues la primera crónica publicada por Carlos Monsiváis data de cuando el escritor tenía alrededor de 16 años y versa sobre una marcha en la que participó en contra del golpe de Estado en Guatemala orquestado por la CIA, manifestación en la que estaban presentas Diego Rivera y Frida Kahlo. De acuerdo con la escritora Elena Poniatowska, con esa marcha afloró en Monsiváis la “capacidad de reseñar y sobre todo analizar cualquier acontecimiento político o cultural que le pusieran enfrente”. 

Aunque su inabarcable obra se aleja de la narrativa; Monsiváis es autor de Nuevo catecismo para indios remisos (1982), su único libro de narrativa que se compone de fábulas que abordan las relaciones entre los evangelizadores y los indígenas. Asimismo, más allá del Monsiváis cronista y el Monsiváis ensayista; existe un agudo crítico cultural cuyo trabajo lo convierte en uno de los más importantes en México. Sus libros también incluyen asuntos biográficos como es el caso de Lo marginal en el centro (2000), Yo te bendigo vida (2002) y Adonde yo soy tú somos nosotros (2000). 

La obra de Carlos Monsiváis se caracteriza por no aislarse del mundo y la realidad convulsa y cambiante que lo rodea. El centro de su producción literaria, la crónica y el ensayo, permite a Monsiváis no solo registrar y analizar la cultura mexicana y latinoamericana, retratar e hilar la historia cultural de la Ciudad de México y sus personajes, y convertirse en una autoridad intelectual, sino a la vez formar parte de una serie de movimientos sociales con los que compartía época e ideales. De esta manera, Monsiváis logró convertirse en una voz consecuente y en uno de los intelectuales de izquierda más importantes del siglo XX. 

Su participación en movimientos como el de la libertad sexual, la liberación homosexual, el feminismo y el laicismo fue notable. En agosto de 1975, pocos años antes de la primera manifestación de personas homosexuales en México y al lado de la dramaturga Nancy Cárdenas y el escritor Luis González de Alba, Monsiváis  escribió el primer manifiesto en defensa de los homosexuales, que llevó por nombre Contra la práctica del ciudadano como botín policíaco. En este texto, publicado en la revista Siempre!, los autores denunciaban la persecución policíaca constante de la que eran objeto las personas homosexuales en el país. 

La homosexualidad de Monsiváis no era ningún secreto y por el contrario tuvo una intensa vida de militancia que lo convirtió en un referente del movimiento LGBT+. De este modo, su preocupación por los derechos civiles de las personas de las minorías sexuales quedó reflejado en múltiples artículos, crónicas y columnas en las que hace un recorrido por las manifestaciones de la homofobia en nuestro país y denuncia los lacerantes crímenes de odio. 

En Que se abra esa puerta: crónicas y ensayos sobre diversidad sexual (2010), compuesto por una serie de ensayos en los que Carlos Monsiváis abordó los temas relacionados con la homosexualidad, documenta la expresión social y cultural de las minorías sexuales, empezando por el escarnio público y la marginación que han padecido por parte de las instituciones, pasando por las manifestaciones artísticas y culminando en la reivindicación política de estos sujetos. 

“Como en el caso de la salud reproductiva, los derechos del colectivo LGBTI son ahora también parte de la causa general del desarrollo civilizatorio. Aun tomando en cuenta las resonancias negativas y el clima de homofobia febril, éste es un gran avance”, señala el propio Monsiváis.

De acuerdo con la feminista Marta Lamas, en la década de 1970 la segunda ola del feminismo mexicano encontró en Carlos Monsiváis un gran aliado, pues el feminismo fue una de las causas que más le importaron y se convirtió en uno de los pocos intelectuales en analizar el desarrollo del movimiento feminista y a responder los cuestionamientos que ponía sobre la mesa. Monsiváis generó en torno a este tema una gran cantidad de ensayos, crónicas, notas y reseñas, de los cuales algunos pueden consultarse en la obra póstuma Misógino feminista (2013). 

Otra de las luchas en las que Monsiváis se convirtió en rostro público y que defendió con gran ahínco es el laicismo, que él mismo describía como “la movilización crítica que no admite la intolerancia de la derecha y el odio activo contra la secularización”. La defensa de Monsiváis del Estado laico fue tácita, incluso en 2006 durante la ceremonia de entrega del Premio Nacional de Ciencias y Artes, el escritor mostró su inconformidad hacia las declaraciones de un secretario de Estado que sugirió “volver a la religión como el espacio de formación de valores”. Sobre  este tema, el escritor publicó en 2008 el libro El Estado laico y sus malquerientes, un texto en el que aborda la historia del Estado laico y los intentos de diferentes sectores de oponerse a la laicidad. 

Además de las letras, Monsiváis mostró un apasionado interés por el cine, en una entrevista para el programa Shalalá el cronista compartió que además de leer cerca de 200 páginas al día veía en promedio 9 o 10 películas a la semana. Asimismo, se convirtió en un coleccionista entusiasta y logró conformar una colección que abarca fotografía, caricaturas, juguetes, arte plástico, carteles, partituras, películas, periódicos, revistas, grabados, dibujos, maquetas y miniaturas; logró reunir más de 20 mil piezas que actualmente conforman la colección permanente del Museo del Estanquillo.  

Carlos Monsiváis es uno de los autores más importantes del siglo XX en nuestro país, con su aguda pluma y sentido del humor único logró registrar la cambiante y móvil cultura mexicana y latinoamericana con una visión en la que la dicotomía y las fronteras entre alta cultura y baja cultura se desvanecen. Sus análisis podían ahondar en las letras de Salvador Novo, Amado Nervo, Octavio Paz y Rubén Darío; pero también podían centrarse en José Alfredo Jiménez, Agustín Lara, María Félix, Cantinflas y Dolores del Río. 

Tras años de una larga vida intelectual, Carlos Monsiváis falleció a causa de una fibrosis pulmonar el 19 de junio de 2010 a los 72 años. Con su muerte, más de una docena de gatos se quedaron huérfanos, perdimos a uno de los más grandes cronistas y llegó a su fin el retrato histórico de nuestro país que Monsiváis desentrañó gracias a su aguda mirada. 

“Sin mis libros me sería imposible vivir y sin mis gatos también. Los libros no aúllan ni los gatos proporcionan sabiduría, no podría elegir. Preferiría entonces vivir sin mí”, señaló Carlos Monsiváis en una entrevista con el periodista Jorge Ricardo para el periódico Reforma.