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Benito Juárez García, el presidente que no cedió a las tentaciones de la soberbia y el poder

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El mandatario sostuvo que en época de transformación es fundamental recurrir a la sabiduría y experiencia del presidente Juárez.

Sicom Noticias

El presidente Andrés Manuel López Obrador rememoró la vida y obra de Benito Juárez García (1806-1872), a quien considera “el mejor presidente de México”.

“Ningún gobernante ha sido más ajeno que Juárez a las tentaciones de la soberbia, la arbitrariedad y los extravíos del poder”, enfatizó en la tercera clase de historia que impartió en la conferencia de prensa matutina a partir de la lectura a su libro ¡Gracias!, en el que documentó personajes y momentos fundamentales para la vida nacional.

El mandatario narró que, en 1855, cuando los liberales encabezados por Juan N. Álvarez preparaban en Acapulco, Guerrero, una insurrección contra la dictadura de Antonio López de Santa Anna, se presentó ante ellos un hombre sucio y en harapos con las siguientes palabras: “Sabiendo que aquí se pelea por la libertad, he venido a ver en qué puedo ser útil”.

«Él no llegó al cuartel de los liberales de Ayutla aspirando a un trato especial por sus méritos, que ya eran bastantes, sino ser útil a una causa sin importarle el rango o el cargo», escribió el presidente López Obrador sobre Juárez.

En su obra, el presidente relata que llegó en un estado lamentable tras dos años de pobreza, persecución y exilio. Benito Juárez García estuvo preso en San Juan de Ulúa, fue desterrado a Cuba, trabajó en una fábrica de puros en La Habana, viajó después a Nueva Orleans en busca de apoyo para la causa de la libertad y cuando supo que en Ayutla, Guerrero, se gestaba una revolución liberal, partió hacia Panamá para cruzar el continente y embarcarse hacia Acapulco.

Para ese entonces ya había sido gobernador de Oaxaca, refirió el presidente. Durante su gestión, apuntó, reorganizó la Guardia Nacional, duplicó el número de escuelas en la entidad, construyó caminos, fundó el puerto de Huatulco, llevó a cabo el levantamiento de la carta geográfica del estado y del plano de su capital y manejó las finanzas públicas con honestidad y austeridad inflexibles, lo que le permitió dejar ahorros, un superávit en la Hacienda Pública.

Una de las acciones del presidente Juárez con mayor trascendencia fue promover junto con los liberales —antes que en otras partes del mundo—, reformas únicas en la historia de México a fin de separar el poder civil del de la iglesia o eclesial, señaló el jefe del Ejecutivo.

«Lo que se mandata en la Biblia: ‘a Dios lo que es Dios y al César lo que es del César’», acotó.

El mandatario sostuvo que en época de transformación es fundamental recurrir a la sabiduría y experiencia del presidente Juárez. Al respecto, recomendó a los jóvenes profundizar en las enseñanzas contenidas en sus frases, que el escritor Andrés Henestrosa recopiló en el libro Flor y Látigo. Se trata, dijo, de grandes consejos.

Por ejemplo, refirió, cuando los liberales estaban enfrentando a los conservadores en la Guerra de Reforma, Juárez lleno de optimismo decía: «Es imposible, moralmente hablando, que la reacción triunfe». Hay quienes sostienen que lo dijo de otra forma: «El triunfo de la reacción es moralmente imposible».

También recomendaba que «al retrógrada que no quiere oír es preciso, hablarle recio y seguido».

El presidente cuenta en su libro que cuando los conservadores fueron derrotados en la Guerra de Reforma y trajeron del extranjero al príncipe austrohúngaro, Maximiliano de Habsburgo, a fin de imponer con el ejército francés una monarquía espuria en el país, Benito Juárez no dejó de alentar al pueblo en defensa de la patria y reafirmaba que “México era tan libre, tan soberano, tan independiente, como los más poderosos de la tierra”.

Decía: «Que el enemigo nos venza y nos robe si tal es nuestro destino, pero nosotros no debemos legalizar un atentado entregándole voluntariamente lo que nos exige por la fuerza. Si la Francia, los Estados Unidos o cualquier otra nación se apodera de algún punto de nuestro territorio y por nuestra debilidad no podemos arrojarlo de él, dejemos siquiera vivo nuestro derecho para que las generaciones que nos sucedan, lo recobren. Malo sería dejarnos desarmar por una fuerza superior, pero sería pésimo desarmar a nuestros hijos privándolos de un buen derecho que más valientes, más patriotas y más sufridos que nosotros, lo harían valer y sabrían reivindicarlo algún día».

El presidente López Obrador indicó que en esa época los liberales no consideraban relevante la intervención del gobierno en beneficio de los pobres, sin embargo, el presidente Juárez sabía desde entonces que los humildes poco podían esperar de los potentados.

En 1865 afirmó: «Los ricos y los poderosos ni sienten ni menos procuran remediar las desgracias de los pobres. Podrá suceder que alguna vez los poderosos se convengan en levantar la mano sobre un pueblo pobre, oprimido, pero eso lo harán por sus intereses y conveniencia, eso será una eventualidad que nunca debe servir de esperanza segura al débil».

Mañana, 7 de marzo, el mandatario presentará la segunda parte de la exposición sobre Benito Juárez García como parte de las cápsulas de historia dedicadas a los jóvenes.