Sicom Opina Con… Andrea Casco
Atravesé una semana complicada emocionalmente. Es normal, la vida es así, tiene sus altibajos, sus momentos de alegría y tristeza, días en los que se ríe y se llora.
Lo que es un hecho es que: «Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará» Gálatas, 6 7. El principio se aplica a todos, tanto creyentes como incrédulos. Es irrevocable; nadie escapa de sus consecuencias porque es ley de vida.
Cosechamos lo que sembramos. Eso es una buena noticia para aquellos que tienen buenos hábitos, pensamientos y acciones. No lo es así para los que se involucran en actividades ilícitas o para los que ejercen algún tipo de maltrato hacia los demás en su propia escalera al éxito.
Es simple, no se puede sembrar malezas y esperar cosechar manzanas. Lo que sembramos cosechamos, y lo que sembramos, es y será la cosecha de nuestra vida.
Hay cosechas que segamos rápidamente, en cambio otras, tardarán mucho tiempo en llegar. No importa si hay sequía, trombas, vientos o un sol radiante, tarde o temprano el tiempo hace su trabajo.
Estar con los nuestros en momentos de infortunio y desdicha es parte de la propia siembra.
Poco, muy poco puedo hacer realmente al acompañar en sus diferentes procesos a mis muy queridos Blanca Hilda, Edisol, Adán y Oswaldo.
“Gracias por estar” me dijeron de manera especial y sé que mi compañía era útil para ellos, pero más útil para mí. Me siento reconfortada al saber que sintieron mi cercanía, mi cariño incondicional y que la presencia y acompañamiento que les brindé, y seguiré brindando, es parte de lo que alguna vez sembraron en mí, para cosecharlo en estos tiempos de sequía y tristeza, del que pronto sé con certeza saldrán adelante.
