Contáctanos

Sicom opina con...

Andando a Pie – Los nuestros, no se van

Publicado

La columna de Andrea del Pilar Casco Meneses 

¡Llega la nostalgia bañada de colores! 

Están sus imágenes, sus alimentos, las velas y bebidas favoritas. En el panteón municipal de San Miguel Xoxtla el pasillo que guía a los vivos para visitar a sus muertos se ilumina con velas, una tras otra, pareciera poco, si se compara con los cirios colocados en las tumbas, que las alumbraban por completo, en el día en que se honra la memoria de los muertos.

 “Los nuestros no se han ido, lo que está ahí son sus restos, pero nosotros los llevamos siempre”, dice María Teresa Camacho, mientras sostiene las fotografías de sus seres amados al pie de sus tumbas. 

El único antídoto para la muerte es la memoria, por eso el recuerdo forma parte de la vida diaria. El campo santo en su gran mayoría luce tapizado de cempasúchil, del rosa mexicano de la flor del terciopelo, el incienso en los copales, del papel picado que según la leyenda provoca el aire que atrae a los nuestros. Es un hecho, la madruga del 2 de noviembre se vive con la nostalgia del ayer.

“Nosotros siempre hemos tenido a nuestro papá en nuestro corazón y a pesar de que ya no está con nosotros, sé que desde allá nos cuida”, sostuvoMiriam Cordero.

En contraste, aquellas tumbas en donde las cruces apenas pueden verse, la hierba terminó por consumirlas, y forman parte de los olvidados.

Ante la oscuridad, la luna reluciente se impone, también los cuetes, la pólvora, representativo de una localidad “carnavalera” por eso la música no puede faltar.

En grupos grandes o pequeños, las guitarras suenan por aquí y por allá, se canta de alegría con ellos.

“Cuatro hermanos ya fallecieron, mi papá y mi mamá se encuentran aquí enterrados y nos gusta la música, ya es de herencia de tatarabuelos”, compartió Hilario Salas. 

Es una velada romántica, que hace que los que partieron estén vivos en nuestros recuerdos, no importando la edad.

“Me da gusto que, aunque no conocí a mi abuelito todavía le estoy trayendo serenata”, es la voz de Neftalí de 8 Años.

No existe el frío, se cargan las flores al hombro, se coloca una a una en forma de cruz y se lavan las tumbas pese a las bajas temperaturas, basta con el calor de las velas, el de las fogatas, el de los anafres con las ollas de barro que calientan el ponche o incluso con tamales, o ¿por qué no? el tequila y el brindis. 

Conforme avanza la noche, los tamales y el atole comienzan a servirse, se trata de una fiesta, de una reunión familiar como solían serlo. Se está de pie, mezclándose, unas familias con otras, qué más da sin el dolor y en la pena, somos uno mismo, es la peculiaridad de nosotros los mexicanos. 

“Es un momento que le dedicamos a nuestros familiares que ya no están con nosotros”, dijoLaura García. 

Estamos llenos de ellos, ¿No es así? de sus voces, de sus risas, de sus llantos. Se goza colocando ofrendas en su memoria, una noche que pareciera poco para recordarles, pero no se van, ¡Los nuestros no se van! Los muertos seremos nosotros, cuando dejemos de latirlos y recordarles, cuando los olvidemos.

¿Nos leemos el próximo lunes? @ Andy_Casco