Sicom Opina Con…Andrea del Pilar Caso Meneses
Hablar del suelo cholulteca es mencionar una tierra privilegiada. De aquí brotan múltiples especies, principalmente alimentarias.
Conocí a la señora Sofía la semana pasada, trabaja en el campo cultivado aguacate, guaje, jinicuil y su majestad el nopal, así le llama, por la nobleza que surge de cada nopalera, estas que le brindan el sustento para todo el año.
“Amo venir al campo, lo disfruto desde niña cuando venía con mis padres, nunca lo vi como una obligación, más bien como una diversión” me dijo.
Mientras deshierba mantiene una vista hacia el Popocatépetl e Iztaccíhuatl, a los 56 años da cátedra de la fortaleza y temple de la mujer poblana y trabajadora, asegura que ser campesina es un privilegio, a diferencia de lo que muchos dicen. Es su propia jefa, establece su horario una o dos veces por día según se requiera, trabaja a su ritmo, cultiva en muchos de los casos su propio alimento lo que le garantiza la calidad y goza del aire puro.
De manera adjunta viene la responsabilidad, el trabajo arduo que no para bajo los intensos rayos de sol. Es esposa, madre y abuela, pero sobre todo es una mujer que hace lo que quiere hacer. Su esposo la acompaña en esta labor, “me tocó un buen hombre, que me deja venir al campo y me compra una golosina si se me antoja”: mencionó.
A diario cientos de hombres y mujeres salen para forjar un puente de oportunidades a través del campo, ese que no sabe ni de horarios, ni de clima, pero sí de cuidados frecuentes sin días de descanso.
