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Deporte A Fondo | Diplomas olímpicos y el quinto partido

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Sicom Opina con… Antonio Abascal

París 2024 llegó a su fin con los últimos mensajes franceses en la ceremonia de clausura y los primeros por parte de Los Ángeles 2028, a partir del momento en que el presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach dio por clausurados los juegos inició la trigésimo cuarta olimpiada que llegará a su fin el 14 de julio de 2028 cuando se inauguren los juegos en la ciudad californiana. Algunos atletas ya iniciaron su camino como el surfista mexicano Alan Cleland quien se coronó en el US Open para convertirse en el primer mexicano en conseguirlo, mientras que otras anunciaron su retiro como Alejandra Orozco y otras lo dejaron entrever como Nuria Diosdado, abanderada en la ceremonia de clausura junto a Marco Verde, con su “no me veo en Los Ángeles 2028”. Vienen días de análisis para los Comités Olímpicos Nacionales y en el caso mexicano habrá que esperar la designación por parte de la Presidenta virtual, Claudia Sheinbaum, sobre la dirección de la CONADE.

La directora actual del organismo, Ana Gabriela Guevara se quedó muy corta en su pronóstico de medallas ya que habló acerca de romper la marca histórica de nueve obtenida en México 68, lo que significaba al menos diez, y nuestro país regresa con cinco preseas, tres de plata y dos de bronce, por terceros juegos olímpicos consecutivos no se pudo escuchar el himno mexicano en la sede olímpica, aunque en realidad de las últimas nueve ediciones, de Barcelona 92 a París 2024, México sólo ha sumado preseas doradas en tres: Sídney 2000, Beijing 2008 y Londres 2012, lo que habla de lo difícil que es ganar el primer lugar, en esas nueve ediciones son cuatro oros, quince platas y diecinueve bronces lo que demuestra que no había mucho sustento para el optimismo desmedido por parte de la todavía titular de la Comisión Nacional del Deporte.

Además de las cinco meritorias medallas conseguidas por Prisca Awiti, para sorpresa de muchos ya que por primera vez el judo colaboró al conteo de medallas mexicano, Marco Verde rompiendo un ayuno de cuarenta años sin un finalista en el boxeo, y la de Osmar Olvera y Juan Celaya en los clavados sincronizados desde el trampolín de tres metros, con el mérito añadido de haber quedado muy cerca de los chinos (que barrieron en los clavados pero que fue precisamente esta, la del trampolín de tres metros sincronizado, la que estuvieron muy cerca de perder), además de los bronces del equipo femenil de tiro con arco compuesto por Alejandra Valencia, Ana Paula Vázquez y la joven Ángela Ruiz, y nuevamente Osmar Olvera ahora en la modalidad individual del trampolín de tres metros para convertirse apenas en el sexto multimedallista mexicano en la misma edición olímpica, pero el primero en cuarenta años en conseguirlo ya que el último había sido el marchista Raúl González en Los Ángeles 84 con su oro en los cincuenta kilómetros y su plata en los veinte.

Nuestro país deja París con varias “primeras” veces: El equipo de gimnasia rítmica, el regreso y la mejor posición del equipo de natación artística, la participación de Alan Cleland en el surf, la de Sofía Reinoso en el kayak cross, con Daniela Gaxiola como la primera latinoamericana en meterse a la final del keirin en ciclismo de pista, con Paulo Strehlke como el mejor del continente americano en las aguas abiertas con un décimo segundo puesto, sin olvidar el nivel de Alegna González en el maratón de marcha por equipos donde en sus dos relevos impuso la mejor marca, lo de Emiliano Hernández imponiendo marca mundial y olímpica en la laser run del pentatlón moderno para quedarse a dos puntos del bronce, pero sobre todo, hay diecinueve diplomas olímpicos (ubicarse entre el cuarto y octavo lugar, equivalente a una final en natación y atletismo) y otros tres top diez (noveno o décimo lugar), lo que significa veintidós competencias donde un mexicano o más se colocaron entre los primeros diez lugares del mundo. Como ya se ha explicado dichos diplomas olímpicos representan áreas de oportunidad para mejorar en los siguientes años si hay una correcta lectura de los resultados, pero en un país donde se consume demasiado futbol hay una especia de justicia poética.

¿Cuál es nuestro sueño o cuál es la petición de aficionados y de las televisoras que manejan el futbol en México? El quinto partido en un mundial de futbol (la ronda de cuartos de final, que además ahora representará ser el sexto ante el aumento del número de equipos para el mundial en Norteamérica dentro de dos años). Ese duelo de cuartos de final representa finalizar entre el quinto y octavo lugar de la tabla final de posiciones. México ya se ha metido ahí en dos ocasiones, ambas en casa, en México 70 donde eran menos equipos (16) y de la fase de grupos se avanzaba directamente a cuartos y en México 86 ya con veinticuatro participantes, fue la primera vez que hubo ronda de eliminación directa desde octavos de final (porque en España 82, primer mundial con veinticuatro equipos se diseñó una segunda ronda grupal tras la cual los líderes iban directo a semifinales). El 15 de junio de 1986 México derrotó 2-0 a Bulgaria en el Estadio Azteca con el golazo de Manolo Negrete y otro de Raúl Servín, esa sigue siendo la única victoria tricolor en un partido de eliminación directa en Copa del mundo. En 86, la ubicación final del conjunto mexicano fue la sexta posición https://www.youtube.com/watch?v=KKLFuATi84E&t=75s, por lo que tras los constantes traspiés en octavos de final de Estados Unidos 94 a Rusia 2018, algunos más cercanos que otros, generaron que la máxima meta futbolística sea llegar a esa instancia.

El futbol es el deporte más apoyado porque es una inversión de la iniciativa privada al 100%, por eso también la importancia de la televisión y de los patrocinadores, en los esfuerzos por llegar a los mundiales o a los juegos olímpicos no hay participación de la CONADE, por lo que la gran derrama económica que genera, los grandes sueldos, la manera en la que se organiza y conforman las selecciones nacionales depende por completo de los dueños de los clubes, que por desgracia, han priorizado lo económico por encima de lo deportivo a grados mayúsculos lo que ha significado un decremento del nivel de la liga y de las selecciones mexicanas, pero es harina de otro costal, hoy lo que importa es establecer que ese máximo sueño mediáticamente conocido como “el quinto partido” equivale a terminar entre el quinto y el octavo lugar de una Copa del mundo, misma posición que al menos diecinueve mexicanos accedieron en París, sólo que ahí a la opinión pública le parece poca cosa y de inmediato coloca la etiqueta de “fracaso”.

Si bien es cierto que cada deporte debe analizarse por separado porque el tae kwon do por segunda edición olímpica consecutiva se fue en blanco cuando como disciplina goza de muchos apoyos por parte de CONADE, cuando realizó cualquier cantidad de giras de preparación y competitivas sí hay argumentos para exigirle mucho más que a los deportes acuáticos con becas congeladas por el conflicto internacional de su federación, o los atletas que tuvieron que pagar de su bolsillo o el de sus familiares para conseguir su clasificación a París; la manera de entender el deporte por parte de la opinión pública representa otra área de oportunidad para cambiar al deporte mexicano.

Los resultados son parecidos entre Río 2016 y París 2024, incluso ahora en tierras francesas hubo dos diplomas más que hace tres años en la capital japonesa, pero en realidad son matices, las actuaciones son muy parecidas, lo que habla de un deporte que busca competir, que tiene talento pero que no ha sido potenciado. Aunque faltan cuatro años para Los Ángeles 2028 los resultados no serán muy distintos si seguimos haciendo las cosas igual, incluso si se dieran cambios profundos en las estructuras dichos resultados no se verían reflejados en tierras californianas, sino tal vez en Brisbane 2032 por lo que los cambios sí son urgentes. La Comisión Nacional del Deporte depende de la Secretaría de Educación Pública por lo que se requiere que la propia SEP, cuyo próximo secretario es Mario Delgado Carrillo, cambie la manera de entender la clase de educación física en las escuelas y permita una reforma profunda de las políticas públicas de la CONADE; en cuanto al deporte, se requiere que el nuevo titular de la Comisión Nacional del Deporte tenga capacidad de diálogo y manejo político para llegar a acuerdos con el Comité Olímpico Mexicano que dirige María José Alcalá y a quien también cabría pedirle altura de miras para dejar atrás la lucha intestina y de varias décadas se llame como se llame su nuevo titular.

Con una CONADE más fuerte sería posible fiscalizar de mejor manera a las federaciones deportivas que son las que muchas veces generan los primeros conflictos a los deportistas, hay federaciones cuyos presidentes se han eternizado en los cargos cuidando algún resultado, hay otros que se han dormido en los laureles como el tae kwon do que ahora parece superado y sin respuestas ante el cambio de reglamentos. Hay otros que buscan quedar bien con alguno de los dos organismos y a partir de ahí sustentar otro ciclo olímpico. Ever Palma habló del estancamiento de la marcha, cuando en realidad hay muchas disciplinas estancadas a partir de federaciones que sólo se dedican a administrar por ejemplo la de atletismo, con los avales para realizar maratones pero que lleva años sin verdaderamente coadyuvar al crecimiento de sus agremiados. Como se puede ver para mejorar los resultados se necesita de una decisión en cuanto a políticas públicas que abarque más allá de CONADE y COM, pero incluso vaya más lejos del alto rendimiento y permita a todos los niños y niñas del país acercarse al deporte para mejorar su salud, para combatir la obesidad infantil y para alejar a la infancia del crimen organizado.

Estamos hablando de decisiones en las altas esferas, de una CONADE que sea capaz de negociar con el COM y de fiscalizar a las federaciones sin caer en los revanchismos; todo ello opera en la esfera de la política, pero hay otras pequeñas acciones que también pueden ayudar al crecimiento del deporte en el país. Uno de ellos es mejorar la cultura deportiva y precisamente esa inconsistencia a la hora de evaluar o soñar con los resultados es una muestra muy clara: Al deporte que más seguimos, que más atención le ponemos, que en muchas ocasiones desayunamos, comemos y cenamos con él, le pedimos el quinto partido mundialista que equivale a finalizar entre quinto y octavo lugar, pero a atletas de alto rendimiento de los cuales nos olvidamos a partir de hoy que ya se cerró el telón olímpico y nos volvemos a acordar de ellos en el momento de la ceremonia inaugural, que no sabemos sus procesos para llegar a la justa olímpica, que desconocemos lo que sufrieron, lo que invirtieron para estar, sí les exigimos medallas como si se tratara de una potencia. Para mejorar el deporte mexicano debe haber cambios profundos en su estructura, pero la sociedad civil también puede ayudar incrementando su cultura deportiva, siguiendo a los atletas mexicanos porque cada uno de ellos compite alrededor del mundo a lo largo de cuatro años para llegar a la sede olímpica, así como Alan Cleland ya empezó sus competencias tras mostrarse ante el gran público en el escenario de París 2024, los otros atletas mexicanos estarán en competencia en las próximas semanas por lo que no podemos olvidarnos de ellos y ahí existe una responsabilidad por parte de la sociedad, no está mal que nos guste mucho el futbol, pero hay otras competencias, hay otros atletas que también representan al país.

Dentro de ese incremento de la cultura deportiva es necesario un mejor trabajo por parte de los medios de comunicación para ayudar a que los atletas mexicanos no sean olvidados hasta que el telón se levante de nuevo en Los Ángeles, es necesario informar sobre el extenso mundo futbolístico, pero a veces ese mundo está lleno de notas superfluas que significan tiempo que puede ser usado de mejor manera en hablar de un deportista mexicano, de un resultado, de una historia de vida que incluso pueda ayudar a que nuevas generaciones se interesen en otra disciplina deportiva. Para que el deporte mexicano mejore resultados, pueda ganar más preseas, pueda hacer sonar su himno en tierras olímpicas, todos (no sólo los atletas) debemos mejorar. Si nos gusta usar la etiqueta de fracaso debemos ser autocríticos y concluir que cuando un atleta mexicano “fracasa” representa también el fracaso de un sistema deportivo caduco, burocrático, con federaciones corruptas, sin ganas de cambiar, representa el fracaso de dos organismos que sólo quieren llevar agua para su molino y que no han tenido la madurez para negociar, representa el fracaso de medios de comunicación incapaces de brindar espacios al deporte de alto rendimiento, pero también representa el fracaso de una sociedad civil desinteresada en sus atletas, sin cultura deportiva.