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La preservación del arte sacro en Amozoc

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La especialización en esta labor marca la diferencia, convirtiendo a la comunidad en un referente en el arte de preservar la devoción plasmada en figuras de barro, yeso, resina o madera.

Andrea Casco

En el corazón de Amozoc, el arte sacro cobra vida a través de la especializada labor de Don Jorge y su familia, quienes desde hace cinco generaciones se han dedicado a la restauración de imágenes de Niño Dios, marcando así una tradición arraigada que va más allá de un simple oficio.

El invierno, época que algunos asocian con el descanso, marca para esta familia la temporada de restauración, donde cada pieza se convierte en un lienzo que relata historias y guarda la esencia de la devoción. Don Jorge, con sus 45 años de edad, ha dedicado prácticamente toda su vida a este arte, empezando a explorarlo desde los 8 años.

Amozoc se distingue por ser un municipio donde la restauración de imágenes religiosas es mucho más que un trabajo; es una forma de vida. La especialización en esta labor marca la diferencia, convirtiendo a la comunidad en un referente en el arte de preservar la devoción plasmada en figuras de barro, yeso, resina o madera.

A pesar de la dedicación y el detalle que caracterizan su trabajo, la realidad no deja de plantear desafíos. En tiempos pasados, la familia solía recibir alrededor de 500 imágenes para su restauración, pero en la actualidad, esa cifra ha disminuido drásticamente a solo 50. Aunque los clientes sean menos, Don Jorge y su familia siguen abordando cada pieza con el mismo cuidado, respetando su historia, antigüedad y la conexión emocional de sus dueños.

El arte de la restauración no es un proceso instantáneo ni exprés. Cada imagen requiere tiempo y dedicación, desde la limpieza inicial hasta el resanado, pulido y pintura, todo realizado con la máxima atención y respeto. Más allá de conservar físicamente estas piezas, se busca preservar la espiritualidad que emana de cada obra.

Don Jorge reconoce en cada técnica aplicada una conexión con la veneración por el oficio, la religión y la rica herencia familiar que ha sido transmitida de generación en generación. En un mundo donde las tradiciones a veces se desvanecen, la labor de esta familia en Amozoc destaca como un faro que ilumina la importancia de preservar el arte sacro con amor, paciencia y dedicación.