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De Lengua me Como un Plato – Tradiciones nahuas en el Carnaval

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La columna de Tatiana Bernaldez

Una cultura se manifiesta y reafirma a partir de sus prácticas cotidianas. La vestimenta indígena no es un caso aislado. 

Los cambios en las prendas son una prueba tangible del proceso de aculturación y sincretismo con el que cada cultura se renueva a su propio ritmo. 

Ante dichos procesos de aculturación se ha demostrado la capacidad de los pueblos indígenas para recrearse, reinventarse, reinterpretarse, repensar su verdad, como menciona Edurardo Nicol en La primera teoría de la praxis: “Lo que hagan los hombres con la verdad, no la altera a ella, sino a ellos mismos”.

Los nahuas de la sierra norte del estado de Puebla dicen que “En el carnaval el diablo anda suelto” y que justamente esos días, “los vientos” pueden meterse en los cuerpos que salgan a determinadas horas del día a realizar sus actividades cotidianas y esto puede provocar: un evento malo, alguna enfermedad o un accidente.     

Este pensamiento es parte de la forma en la que la cosmovisión se reinterpreta a sí misma, le da sentido a su propia existencia, su creencia por encima de la teorización de su cultura, en el acto, en la práctica o en la materialización de la ritualidad se genera una producción de su existir.

Ningún individuo puede ser capaz de describir la naturaleza con absoluta imparcialidad, es evidente que la sociedad genera cierta presión que obliga al individuo a utilizar determinados modos de interpretación. En pocas palabras; los códigos culturales pueden ser leídos sólo por la cultura que los lleva a cabo.

Entonces, dentro del universo Nahua, como menciona el René Esteban Trinidad: “los yehyecame son los aires que se impregnan en la ropa y se introducen en la cabeza de los seres humanos alterando su conducta y transgrediendo las normas colectivas”.

En este caso, el martes de carnaval visto como una expresión en la praxis: La práctica genera divergencias en el propio análisis del mundo, por eso en Huauchinango, la ciudad, no se puede comprender en su totalidad la práctica cultural de “la descabezada”.

En suma, como menciona Eduardo Nicol; “las ideas pueden envejecer”, pero los cambios generan cierta satisfacción. Por eso los grupos indígenas consideran importante mantener las tradiciones.  

Un punto también importante es que, la lengua debe entenderse como un medio de cohesión cultural, los nahuas le llaman yehyecame a los cuatro vientos que la cosmovisión interpreta como entidad animada.

En uno de sus párrafos Esteban trinidad menciona: “… las causas de los contratiempos en el carnaval están relacionadas con las transgresiones a las normas colectivas y la cosmovisión. Los nahuas señalan que no trabajar en el martes de carnaval, no tocar herramientas agrícolas, ni lavar en el río es parte de los acuerdos comunitarios”.

Estas “transgresiones a las normas colectivas” y su relación con los contratiempos en el carnaval, conlleva una profunda significación dentro del sistema de símbolos de la cultura nahua de la sierra norte de Puebla. Si bien, la cultura en el mundo occidental se puede interpretar por medio de un texto, para los pueblos nahuas evidentemente se interpreta con el sistema de símbolos que conlleva el acto de matar o sacrificar un animal.

En muchas culturas del continente americano los animales son entidades receptoras de energías particulares y desde los pueblos se conoce las cualidades receptoras de cada animal

Por ejemplo: un animal estrechamente relacionado con el hombre kichwa de Ecuador y del sur de Colombia, es el kuy, el cual puede percibir la próxima llegada de las visitas con tan solo observar su pelo. 

Este tipo de lenguaje simbólico al que alude Clifford Geertz al entender la cultura como un sistema de símbolos, y la relación que tienen con los animales, ayuda a establecer lazos simbióticos, esto quiere decir; la asociación de dos especies en beneficio mutuo. 

En el ritual tinku andino, la tierra proclama energía y reciprocidad humana: una ofrenda.  

El pollo va a ser cocido para los siete aires de los cuatro puntos cardinales, bajo el son del ritual xopechtli.  En este contexto los ixhuehuetini o huehues, tenían un papel fundamental en la ceremonia.

Lejos de los postulados de los defensores de los animales que en los últimos años ha incrementado. Los animales en las comunidades americanas tienen una forma muy distinta de interpretarse, son receptores de energía y le dan sentido a la convivencia del hombre con la tierra. 

Son inspiración primordial en las representaciones textiles de los pueblos originarios y, por consecuencia, los descendientes de estas culturas, actualmente continúan tejiendo y bordando esa relación mitológica cuyo sentido simbólico conlleva al entendimiento de la relación humano-animal. 

Los animales tienen una importancia bastante especial en la cosmovisión indígena, al estar asociados con la creación del mundo. Algunos de ellos son mensajeros sagrados, divulgados en los pasajes míticos, incluso en algunos casos indican que fueron creados por los dioses para alegrar la tierra y para alimentar al hombre. 

El hombre contemporáneo ha perdido ese vínculo estrecho que mantenía con los animales; ahora son vistos como seres marginales. 

En esta medida, es importante la contribución que hace René Esteban Trinidad, presentándonos testimonios directamente recolectados desde la cosmovisión Nahua de Cuacuila, y, sobre todo, testimonios que provienen desde la lengua hablada por los especialistas rituales que con fuerte compromiso describen.

“Teh hueyi tiyehyecatl, teh hueyi titlacatl, teh hueyi titlacaxamaniani, titlacapoztequini oncan teh ticanas, ticacocuis ipan inon monoras, ipan inin motonal”.