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Deporte a fondo – Dólares antes que trofeos

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La columna de Antonio Abascal

El viernes pasado el periodista Alejandro Orvañanos de Claro Sports publicó un dato muy llamativo: El partido que jugaría la selección mexicana en Charlotte, Carolina del Norte, Estados Unidos sería el número 185 del cuadro tricolor en el vecino del norte. Un dato que después le permitió hacer cuentas del gran negocio que significa para la Federación Mexicana de Futbol llevar a la escuadra nacional al vecino del norte porque queda claro que si bien los sueños deportivos de trascendencia se alejan más allá de los personajes de turno, del “mesías” en la dirección técnica que conforme pasan los juegos se va convirtiendo poco a poco en el “villano favorito”, incluso más allá de los personajes que se naturalizan por “amor a México” que se venden como solución y terminan siendo petardos como Funes Mori, la selección es un gran negocio y una máquina para hacer dólares y con ello tiene a los dueños contentos.

Ciento ochenta y cinco juegos en Estados Unidos desde el del 5 de agosto de 1973 cuando la selección enfrentó a Polonia en el Memorial Coliseum de Los Ángeles, un lleno fue suficiente para que los codiciosos directivos del futbol mexicano se dieran cuenta del potencial de explotar la nostalgia de los paisanos. Sin embargo, Orvañanos cuenta que la nueva veta fue explotada con cierta timidez: Cinco partidos en los setenta, nueve en los ochenta, hasta llegar a treinta y siete en los noventa, luego los nuevos dirigentes (por su juventud) con el sello de la casa de siempre, la misma que se adueñó del futbol mexicano en 1970, ya no tuvieron límites: 53 en la primera década del siglo XXI y 58 en la pasada (2010-2020), el negocio es más que boyante aunque lo deportivo se haga a un lado tanto por la calidad de los rivales, como de las canchas ya que muchas veces se juega en campos de pasto sintético o en otros que acaban de colocar el pasto natural; parta no ir más lejos el duelo del sábado ante una gris versión de Ghana se disputó en campo artificial lo que pone en riesgo la salud de los jugadores.

La ambición de los directivos ha llegado a tal desfachatez que han existido años en que la selección ha jugado más partidos en Estados Unidos que en suelo mexicano, algunos con el pretexto del desarrollo de torneos como la Copita Oro o la Copa América Centenario en 2016, pero para que usted se dé una idea estos son algunos de esos años: En 2006 jugó un partido en territorio mexicano, en la Ciudad de México (2-1 a RD Congo), uno en Francia, otro en Países Bajos, cinco en Estados Unidos y los cuatro de Alemania 2006. Un año después disputó cinco en México, sólo uno en la capital de la República, pero once en Estados Unidos, con la aclaración de que en los años impares se disputa el torneo de la CONCACAF que de cajón tiene que realizarse en la Unión Americana.

Foto: Concacaf

Otros años dignos de destacar son 2016 donde sólo jugó dos partidos en México, ambos en la Ciudad de México a cambio de diez en Estados Unidos porque se llevó a cabo la Copa América Centenario, en un año que no hubo Copita Oro como 2018 fueron tres duelos en México, uno en la capital y seis en Estados Unidos. La última vez que el cuadro tricolor no jugó en el vecino del norte fue 2020, el año de la pandemia, donde apenas disputó uno en México, pero dos en Países Bajos y dos en Austria, es decir se aprovechó el tiempo de una mejor forma. Los años subsecuentes han sido una exageración: 2021 donde hubo quince partidos en Estados Unidos y tres en México, todos en la capital, un año en el que hubo Copa Oro, pero en 2022 hubo cinco juegos en México, uno en Torreón, siete en Estados Unidos, dos en España en la recta final de la preparación para Qatar 2022 y los tres en territorio qatarí de la Copa del Mundo donde por primera vez desde Argentina 78 no se avanzó de la fase grupos; en este 2023 vamos dos en México, uno en Mazatlán y catorce en Estados Unidos con la disputa de la Copita Oro (más chica que de costumbre porque Canadá y la propia selección de Estados Unidos mandaron a un representativo sin sus figuras) que ganó como director técnico Jaime Lozano para ser ungido como el nuevo “mesías” que cambiara años de frustraciones para alcanzar los cuartos de final mundialistas por primera vez desde México 86.

La Federación Mexicana de Futbol se ha olvidado de la provincia y sólo ha dado algunas migajas a Torreón, y este año a Mazatlán. En Puebla no juega desde el 9 de septiembre de 2007 cuando se impuso 1-0 a Panamá en un juego amistoso que es recordado por el debut en selección mayor de  Giovanni Dos Santos bajo la dirección técnica de Hugo Sánchez, también es recordado porque ese domingo cayó un aguacero que impidió el desarrollo del segundo tiempo porque los federativos en ese momento prometieron un pronto regreso https://www.youtube.com/watch?v=kNYACqDYfVI, mismo que no ha ocurrido abriendo el mayor espacio de tiempo de ausencia de la selección nacional en Puebla desde la inauguración del Estadio Cuauhtémoc porque ya se cumplieron dieciséis años y antes de eso el paréntesis más largo había sido de doce entre el México 3-1 Polonia del 14 de febrero de 1989 en el debut de Alberto Guerra al frente del conjunto tricolor y el 31 de octubre de 2001 cuando el equipo de Javier Aguirre venció 4-1 a El Salvador en un amistoso rumbo al mundial de 2002 donde volvió a ocupar la playera vino como indumentaria y además Luis Roberto Alves Zague marcó su último gol como seleccionado.

Diez veces ha jugado México en el Cuauhtémoc desde la inauguración del inmueble, el 6 de octubre de 1968, cuando empató a uno con Checoslovaquia con los tantos del “Chololo” Díaz por los mexicanos y Pavel Stratil por los checos, luego el 1 de marzo de 1970 enfrentó a Suecia y los escandinavos se llevaron la victoria por 1-0, el 16 de octubre de 1973 se derrotó 2-0 a Estados Unidos, el 15 de octubre de 1976 se repitió rival pero ahora en la eliminatoria mundialista y se saldó con victoria de 3-0. El 22 de febrero de 1977 se empató a uno con Hungría y tuvieron que pasar ocho años para ver a la escuadra tricolor de nuevo en el inmueble del mural ya que el 17 de noviembre de 1985 se empató a uno con la Argentina de Maradona y Bilardo en lo que fue anunciado como la reinauguración del estadio por la construcción de las rampas aunque las obras seguían, esa tarde anotaron Javier Aguirre al aprovechar un error del arquero Luis Islas quien escupió un disparo de Tomás Boy (qepd) y Oscar Ruggeri tras un tiro de esquina cobrado por Sergio Almirón. México jugó con Pablo Larios en la puerta, Raúl Servín, Félix Cruz, Fernando Quirarte y Mario Trejo, en defensa; Carlos Muñoz, Miguel España (Carlos de los Cobos), Javier Aguirre y Tomás Boy, en la media cancha; Manolo Negrete y Javier Hernández (Luis Flores) en la delantera. Por Argentina jugaron: Luis Islas, José Luis Cuciuffo, José Luis Brown, Oscar Ruggeri y Enzo Trossero (Oscar Dertycia), en la defensa; Sergio Batista, Ricardo Bochini (José Ponce), Ricardo Giusti y Diego Armando Maradona, en la media cancha; Claudio Borghi (Juan Barbas) y Sergio Almirón (Pedro Pablo Pasculli), en la delantera.  Cabe resaltar que en ese duelo Maradona apenas tuvo contacto con el balón y pesó poco.

La selección regresó a Puebla para jugar el 14 de febrero de 1989 cuando venció 3-1 a Polonia en el debut de Alberto Guerra como técnico tricolor en una etapa muy breve, esa tarde los goles fueron de Zague, un autogol de Kaczmarek y otro de Paúl Moreno quien pasaba por un momento en el Puebla de la Franja, Roman Koseci hizo el tanto polaco. Luego vino el 4-1 a El Salvador ya comentado en 2001, el 3-0 a Trinidad y Tobago dentro de la eliminatoria mundialista el 13 de octubre de 2004 y el triunfo en cuarenta y cinco minutos sobre Panamá en septiembre de 2007 para terminar con la historia tricolor en el Cuauhtémoc.

Desde 1973 hasta la fecha, directivos de la Federación han ido y han venido, algunos han sido más brillantes que otros, lo mismo para los técnicos y para los jugadores que han vestido la playera tricolor, pero sí hay un común denominador: La empresa que ha manejado a la selección nacional, misma que se ha convertido en su juguete predilecto, ya que puede ceder el control de muchos aspectos pero cuando alguien se ha atrevido a tocar a la selección, la respuesta ha sido con toda la fuerza. Lo sufrió Emilio Maurer, y ahora Grupo Orlegi ha perdido gran parte de poder que llegó a ejercer luego de la apuesta fallida por Diego Cocca. En México no importa lo deportivo, que sólo es otro elemento para vender ilusiones, lo que realmente importa es lo económico, seguir haciendo negocios con la selección y para ello lo mejor es mandarla a Estados Unidos aunque sea en campos en malas condiciones, aunque la mayoría de las veces sea ante rivales moleros que ayudan a inflar el globo, pero en realidad lastran el desarrollo deportivo.

Esta selección mexicana que juega más en Estados Unidos que en territorio nacional sigue demostrando la ausencia de un verdadero proyecto deportivo ya que cuando parece que el técnico está encontrando cierta viabilidad de mediocampo hacia el frente la cargada habla de la naturalización de Julián Quiñones, un buen delantero que obligará a cambiar el sistema que ha mostrado Jaime Lozano en los últimos partidos. De la misma manera se demuestra que en esta selección hay decretos: Guillermo Ochoa tiene que estar en las alineaciones para que juegue su “sexto” mundial, otra de las ilusiones que intentan vender cuando el cancerbero sólo ha disputado minutos en Brasil 2014, Rusia 2018 y Qatar 2022, mientras que no importa el momento de Santiago Giménez en Países Bajos ya que Raúl Jiménez sigue apareciendo a pesar de que no se acerca a la forma del delantero del Feyenoord. Jaime Lozano es el encargado de gestionar a los jugadores y atender a los decretos para preparar un mundial que literalmente se jugará en casa porque el grueso de partidos se celebrarán en Estados Unidos donde la selección ya está acostumbrada a jugar.

La selección mexicana vive estancada desde hace mucho tiempo, prácticamente el mismo desde que los dirigentes se olvidaron de la provincia para explotar la nostalgia de los paisanos en Estados Unidos, la campeona del mundo de los partidos amistosos seguirá inflando las arcas, mientras lo deportivo sigue quedando en segundo término, seguirá haciendo ricos a los dirigentes mientras se perpetua el sueño del quinto partido, seguirán inflando el globo hacia el Mundial, mientras se obliga al técnico a cambiar su sistema para dar cabida a un naturalizado aunque otros ya hayan demostrado que no son la solución, la selección de los homenajes seguirá preparando el camino para que el turno sea de Guillermo Ochoa aunque la situación es tan forzada que ahora están torciendo hasta el lenguaje. La realidad es que por más altos comisionados que ahora estén a cargo, la selección se sigue manejando con fines mercantilistas, y así el resultado será muy parecido al de otros ciclos mundialistas porque la lógica sigue siendo la misma: Dólares por encima del desarrollo futbolístico.